sábado, 17 de julio de 2010

BIENAVENTURANZAS de la JUSTICIA y la PAZ

Dichosos los no violentos
porque han renunciado a la agresividad,
porque no les gusta eso de "ojo por ojo y diente por diente",
porque no desean ni hacen mal a nadie.

Feliz el que no responde a la injuria con otra injuria,
al insulto con otro insulto, a la bofetada con otra bofetada.
Dichosos ellos porque la paz será siempre su compañera.

Felices los que cuando les piden, dan;
los que cuando ven que alguien los necesita,
no le vuelven la cara sino que se dan;
los que saben animar, ayudar, acompañar,
los que saben alegrar a quienes viven a su lado.

Dichosos los que tienen la paz en el corazón
acurrucada como una paloma,
y nunca desean la violencia para que no se espante esa paloma.
Esa paloma significa que saben amar.
Felices ustedes los que aman a los suyos
y hacen de su casa un hogar abierto.
Dichosos los que aman a los amigos, a los cercanos...
Pero serán más dichosos si son capaces de amar a sus enemigos,
si aprenden a devolver bien por mal.

Dichosos ustedes si
rechazan positivamente toda violencia
y se declaran ante el mundo "AMIGOS DE LA PAZ"
y dicen ¡no! a la guerra, y a la carrera de armamentos,
y al terrorismo, y al manejo, y a la mentira...
mientras que se manifiestan partidarios
del pan, la salud y la cultura.

Dichosos ustedes si se profesan amigos
de todos los hombres y de todos los pueblos.

Dichosos mil veces ustedes,
hombres y mujeres de la Paz.

Dichosos ustedes porque la Paloma de Dios
se acurruca serena en su corazón,
porque son hijos del fuego,
HIJOS DEL AMOR.

viernes, 16 de julio de 2010

PEDAGOGÍA de la RECONCILIACIÓN

RECOMENDAMOS LEER

de Oianguren Idígoras, María; Soliño Queiruga, Karmele. Experiencias pedagógicas en torno a la memoria de las víctimas del terrorismo y las dictaduras. Bilbao. Bakeaz. 2010

"Entre los trabajos recopilados en este libro, destaco especialmente dos, el de Karmele Soliño, titulado Recursos educativos en torno al tratamiento pedagógico de las víctimas y el de Kjetil Grødum, Los valores instrumentales de relatar historias sobre un pasado conflictivo.

El libro se sitúa más allá del debate político y electoralista y en él se efectúa una sólida y serena reflexión en torno a los fundamentos pedagógicos que deben orientar una paz futura en el País Vasco. Se analiza el modo de relatar la historia y los peligros que tiene la instrumentalización de la narración del pasado. Se plantean experiencias sumamente interesantes, como la presencia de las víctimas del terrorismo en las aulas y se ahonda en la categoría del testimonio y del relato personal. En el texto no se titubea respecto a la actitud frente a la violencia. Se parte de la deslegitimación de toda forma de violencia y se apuesta, decididamente, por la paz y por la resolución no violenta de los conflictos.

Me siento especialmente vinculado a la filosofía de fondo que nutre esta reflexión, pues la paz futura depende, en parte, de la correcta administración de la memoria colectiva y de la superación de los resentimientos absurdos que proceden del pasado, ideas éstas que están bellamente expresadas en la Carta de la Paz dirigida a la ONU.

Destaco algunas ideas expresadas a lo largo de este pequeño pero sugerente libro. La memoria, se afirma en él, no es solamente una exigencia ética, sino la condición de posibilidad de la reconciliación. No se construye la historia futura haciendo borrón y cuenta nueva. Las víctimas del terrorismo no deben ser jamás olvidadas, porque de su recuerdo dependen la justicia reparadora y el reconocimiento que se les deben.

El modo en que las sociedades tratan de superar las brutales memorias e historias del pasado resulta indispensable para avanzar de un período de conflicto violento o de opresión hacia la paz, a la democracia, al Estado de derecho y al respeto por los derechos individuales y colectivos. Nuestra identidad colectiva no se forja en el vacío, ni es el resultado casual de un conjunto de peripecias históricas. Más bien es el resultado de muchas historias, donde nuestras experiencias, pensamientos, sentidos y actitudes adquieren valor al formar parte de las narrativas. Como dice Kjetil Grødum, “las construcciones narrativas crean, mantienen, interrumpen o transforman valores, tradiciones y nosotros cambiamos, adoptamos, interrumpimos, formulamos y retamos a las narrativas que utilizamos para dar sentido a nuestras vidas en relación con narrativas e historias mayores o menores que encontramos en nuestro camino” (p. 85).

En efecto, el relato del pasado afecta al presente y configura el futuro colectivo, de ahí la relevancia que tiene pensar a fondo cómo se narran lo que ocurrió, quien lo narra y por qué lo hace.

En definitiva, celebro la publicación de este pequeño libro que merece toda la atención y que debería ser leído en cursos de cultura de paz y en las organizaciones que tienen la paz como su horizonte de sentido" (Francesc Torralba Roselló)

DE "CARTA DE LA PAZ"

NECROFILIA POLÍTICA

Siempre he sospechado de quienes llaman a morir por la patria, por la revolución, la soberanía o por “la causa”, cualquiera que ésta sea. Igual me resultan poco serias las invocaciones para sacrificarnos por el futuro.

La necrofilia política –quizás herencia del romanticismo– ha impulsado el sacrificio de muchas juventudes en América Latina para construir sociedades más equitativas, pero a la vez ha servido como sustento a formas autoritarias en el ordenamiento social y una interpretación reduccionista de los derechos humanos.

Esa “cosa” llamada patria, nación o revolución se ha bebido la sangre de millones de seres humanos, tanto desde el combate para su realización, como desde el poder para justificar el control de unos cuantos sobre los demás. No menos sanguinarios han resultado las apologías del mercado y la brutal imposición del imperialismo norteamericano sobre nuestras tierras.

Lo que sí es escaso en nuestra historia es el respeto a la dignidad de las personas, no solo a comer, educarse y tener salud, sino también a vivir en libertad y cuestionar el poder. De un lado y otro, desde la izquierda y desde la derecha, nos demandan sacarnos la cabeza y obedecer, unificarnos con la manada tras el pastor que nos abrirá el “mañana”, aunque en el presente el infierno devore todos los sueños y mate todas las ternuras. Por más fiero que sea el imperialismo o más temibles sean los enemigos de la democracia, todos merecemos ser tratados como adultos y respetar nuestra dignidad inalienable.

Cualquier proyecto político decente se mide por el presente, no por el futuro. No se construyen democracias posibles con dictaduras concretas, no se edifica la libertad del mañana con las cadenas del presente, no se labran socialismos deseables dirigidos por personalismos agobiantes.

El punto X de la Carta de la Paz ilumina este aspecto al señalar que: “Un creciente número de países reconocen ya en la actualidad, que todos tenemos el derecho a pensar, expresarnos y agruparnos libremente, respetando siempre la dignidad y los derechos de los demás.

Pero igualmente, cada ser humano tiene el derecho a vivir su vida en este mundo de modo coherente con aquello que sinceramente piensa. Las democracias, pues, han de dar un salto cualitativo para defender y propiciar, también, que toda persona pueda vivir de acuerdo con su conciencia sin atentar nunca, por supuesto, a la libertad de nadie ni provocar daños a los demás ni a uno mismo.”

David Álvarez (Doctor en Filosofía)
R. Dominicana - Santo Domingo