Hay personas ciegas por el poder económico-político.
Hay quienes van a la política para prestar un servicio a la sociedad y son muy loables, pero también hay quienes van a la política para situarse económicamente: conocemos demasiados ejemplos de corrupción, de sobornos. El poder es del pueblo que con su voto lo pone en manos del político para que este lo administre al servicio del pueblo, pero a menudo les ciega el poder y con el poder se sirven del pueblo. Esto crispa a la ciudadanía, la desmotiva, la degrada éticamente, daña la participación electoral.
También hay personas ciegas por la ideología.
Son las que creen que solo ellas poseen la verdad, una verdad que los demás deben acatar sin cuestionarla. Los ciegos por la ideología fundamentalista se creen videntes siendo ciegos. Y se empeñan en que los demás vean lo que ellos quieren que vean.
(Fuente desconocida)
jueves, 31 de marzo de 2011
miércoles, 16 de marzo de 2011
viernes, 11 de marzo de 2011
De dioses y hombres (Salmo 82). Una película ejemplar, un conflicto de justicia . por Xavier Pikaza
Sigo en la línea de las dos entregas anteriores, centradas en el tema (diálogo y conflicto) entre cristianos y musulmanes. Sigo con el aliento contenido ante la ola de cambios de Túnez y Egipto, ante el tsunami que puede sacudir bajo la tierra donde viven cientos de miles de hermanos, musulmanes y también cristianos, ciertamente hombre, seres humanos.
Noto que pocos quieren entrar en las raíces del conflicto, pues ello exige un cambio, una ascesis, un examen de conciencia y de cultura, y parece que pocos están (¿estamos?) dispuestos a ello, pues tenemos las opciones tomadas de antemano. Para tomar distancia y situarme ante el tema he ido a ver la película de Xavier Beauvois, de "De dioses y hombres", y no he quedado defraudado, empezando por su título, del que hablaré al final, según el Salmo que está al fondo.
Varios cronistas han opinado ya sobre algunos aspectos del film, religioso y social, político y cultura. Quiero unirme a ellos esta tarde, sin más autoridad que la que me ofrece el tiempo. Seguí de una manera apasionada el rapto y martirio los monjes de Tibhirine (en los montes del Atlas, en Argelia), entre marzo y mayo de 1996. Hablé con un monje español, que conocía al abad (P. Christian). Pasé una larga tarde con una religiosa agustina, que trabajaba hace mucho tiempo en un hospital de Argelia, y que volvió a España (por un tiempo), por mandato de sus superiores, tras la tragedia.
Aprovecho la ocasión para recordar algunas de las viejas impresiones, ahora, a los quince años de aquella masacre, cuando los problemas de fondo no se han resuelto todavía. De Dioses y de hombres, así se titula la película. Musulmanes y cristianos, todos seres humanos. Ése es el tema.
Mi lectura de la película
Quiero empezar diciendo que me ha impresionado, por su fuerza plástica, la belleza de las imágenes y, sobre todo, por su forma de contar algo que es muy difícil de contar. He apuntado estos rasgos:
Imagen y paisaje, buenos
Los actores, reales en su humanidad, especialmente los monjes
Es una película espiritual, cuenta ante todo la vida de unos monjes concretos, integrados en una tierra y una cultura distinta, simplemente para vivir intensamente el cristianismo, sin misionar externamente, sin querer convertir a nadie, ofreciendo el signo de su humanidad y algo de ayuda médica. El ritmo de vida de unos monjes, la liturgia simple pero intensa, los textos, los salmos, los cantos… Todo ello es real, un testimonio de religión cristiana, universal.
Es una película social, que va ofreciendo las relaciones de los monjes con la gente del pueblo y con las autoridades de un tipo y de otro, políticos, militares, guerrilleros, en un momento de crisis…
Es una película religiosa, donde se presenta la vida de unos monjes cristianos que tienen un gran respeto por el Islam, que asisten a las fiestas musulmanas (la circuncisión de un niño), que rezan con y por los musulmanes.
Contexto histórico y social
La película nos sitúa ante el progreso de un islamismo (no un Islam) intolerante, que parece vincularse a la guerrilla para imponer su dictadura social. Pero lo hace con un respeto inmenso por el Islam (y por el cristianismo) como ideales y caminos religiosos.
Pues bien, en ese contexto, la simple vida de unos monjes resulta “provocativa” y suscita reacciones de diverso tipo. La gente del pueblo, aquellos que viven a lado, les quieren y apoyan. Pero hay otros que se sienten molestos y son los poderes “fácticos”, tres poderes:
a) Está el poder político argelino de aquel tiempo, que echa la culpa de todo al pasado colonial… Para cubrir así su corrupción. Evidentemente, los monjes no pueden ni quieren marcharse del país, como los políticos les piden, ni pueden aceptar su protección militar, pues ello sería ponerse en manos de un grupo corrupto. Además son monjes de la regla de San Benito. Han prometido estabilidad y deciden quedarse.
) b) Está el poder militar, que quiere imponer su dictado, no se sabe si al servicio de los políticos corruptos o al servicio de los guerrilleros, a los que parecen combatir (y con los que quizá colaboran).
c) Están los guerrilleros de un grupo islamista, que quieren imponer su poder por la fuerza, en contra de un Islam que pide respetar a los cristianos, y en especial a los monjes.
d) Están finalmente los poderes occidentales, y en concreto Francia, que no se sabe bien que política siguen, aunque es evidente que buscan sus intereses, no el bien de la gente.
No se sabe quiénes son los asesinos
No se supo entonces, y parece que no se sabe ahora... La película no quiere ni puede decirlo. Deja el tema abierto, para que seamos nosotros, los que respondamos
a) Parecen los guerrilleros
b) Pueden ser los militares
c) Quizá está en el fondo los políticos
Quizá estemos en el fondo todos (al menos los gobernantes), pues en una situación como ésa las redes de poder y violencia se alimentan mutuamente, en un feed-back sin fin.
Salmo 82. Dioses y hombres
La película está compuesta con gran finura religiosa, con textos ejemplares de salmos y cantos cristianos, y está al fondo de ella una carta ejemplar del Abad Christian, que, a lo largo del film, va haciendo un camino ejemplar de purificación, de humanidad, de catarsis personal. Dejo esa carta para otro que quiera publicarse (puede encontrarse fácilmente, pudimos leerla hace ya tiempo los interesados por el tema).
Quiero fijarme en el Salmo, que aparece al principio y preside todo el desarrollo del texto.Es un salmo en el que el Dios supremo juzga a los hombres-dioses, a los que no ayudan a los pobres, sino que les oprimen. Es el salmo de la justicia de Dios.
Es el Salmo 82, uno de los más intensos y vibrantes de la Biblia, que forma parte de la colección de Asaf, famosa por su hondura poética, por su vibración social. No es extraño que algunos exegetas y teólogos piensen que este Salmo forma el centro (un de los centros) de la Biblia hebrea. No es un texto cristiano ni musulmán, sino judío, pero pueden asumirlo por igual judíos, musulmanes y cristianos.
No es un texto que hable de un Dios particular, ni de una religión (musulmana, cristiana…), sino del Dios de la Justicia Universal, protector y señor de todos los hombres. El salmo es muy antiguo y supone, en lenguaje que alguno llamaría mítico (¡lenguaje poético intenso!) que el verdadero Dios se levanta para el juicio, en medio de la gran asamblea de dioses y hombres (de políticos y de gente pobre).
Este juicio no se hace según la “religión oficial” que uno ha seguido (no se pregunta si uno ha sido musulmán, judío, cristiano o ateo…), sino sólo según la “justicia”. Es como si el fondo del tema de los Monjes del Atlas no fuera la religión de unos o de otros, sino la justicia humana, en especial, loa (in-)justicia de los poderosos. Eso es lo que está en juego, la justicia. Y ahora leamos el Salmo, que cito siguiendo la traducción de la Biblia del Oso:
Salmo 82:1 Dios está de pie en la asamblea divina;
en medio de los dioses ejerce el juicio:
2 "¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente
y entre los impíos haréis distinción de personas?
3 Rescatad al necesitado y al huérfano;
haced justicia al pobre y al indigente.
4 Librad al necesitado y al menesteroso;
libradlo de la mano de los impíos (=opresores).
5 "Ellos no saben ni entienden; andan en tinieblas.
¡Todos los cimientos de la tierra son conmovidos!
6 Yo os dije: 'Vosotros sois dioses;
todos vosotros sois hijos del Altísimo.'
7 Sin embargo, como un hombre moriréis
y caeréis como cualquiera de los gobernantes."
8 ¡Levántate, oh Dios; juzga la tierra,
porque tú poseerás todas las naciones!
El problema no es la religión, sino la justicia
Éste es el tema que ha puesto de relieve esta película, al titularse “De hombres y dioses”, al situarse ante el tema poderoso de Salmo 82, que nos sitúa ante el juicio de los “jefes”, esto es, de los gobernantes opresores. Éste es el tema. El fin del Salmo pide a Dios que se levante ya y que actúa, extendiendo sobre el mundo su verdad suprema. No es un problema de religión, de musulmanes y cristianos, sino de justicia, de opresores y oprimidos.
Este salmo, esta película no nos pone ante el juicio de la pobre gente (huérfanos, pobres, indigentes…), oprimidos siempre, sino ante el juicio que viene, ha de venir, a los que se creen “dioses”, haciéndose “señores” de los otros, sean musulmanes o cristianos, sean dictadores de Egipto o miembros de un “club capitalista” sin religión que vive a costa de la sangre y sufrimiento de los pobres-
Éste es el juicio de los impíos, es decir, de aquellos que oprimen a huérfanos y necesitados, el juicio “contra los falsos jueces”. En este mundo es difícil ver ese juicio (pues los mismos jueces del sistema están muchas veces implicados en la injusticia, como supone el Salmo 82).
Pero hay Dios, es decir, existe una justicia superior, ante la que nadie se podrá escapar. Éste es el tema de fondo de esta película, que es cristiana y musulmana a la vez, es decir, de aquellos que creen en la justicia de Dios, como saben los buenos orantes, entre los que quiero recordar a estos monjes del Atlas, por quienes sentí hace quince años la herida de la impotencia de esta historia, una historia que debe cambiar, y así lo deseamos, en España y en Egipto, por citar dos países amigos.
Noto que pocos quieren entrar en las raíces del conflicto, pues ello exige un cambio, una ascesis, un examen de conciencia y de cultura, y parece que pocos están (¿estamos?) dispuestos a ello, pues tenemos las opciones tomadas de antemano. Para tomar distancia y situarme ante el tema he ido a ver la película de Xavier Beauvois, de "De dioses y hombres", y no he quedado defraudado, empezando por su título, del que hablaré al final, según el Salmo que está al fondo.
Varios cronistas han opinado ya sobre algunos aspectos del film, religioso y social, político y cultura. Quiero unirme a ellos esta tarde, sin más autoridad que la que me ofrece el tiempo. Seguí de una manera apasionada el rapto y martirio los monjes de Tibhirine (en los montes del Atlas, en Argelia), entre marzo y mayo de 1996. Hablé con un monje español, que conocía al abad (P. Christian). Pasé una larga tarde con una religiosa agustina, que trabajaba hace mucho tiempo en un hospital de Argelia, y que volvió a España (por un tiempo), por mandato de sus superiores, tras la tragedia.
Aprovecho la ocasión para recordar algunas de las viejas impresiones, ahora, a los quince años de aquella masacre, cuando los problemas de fondo no se han resuelto todavía. De Dioses y de hombres, así se titula la película. Musulmanes y cristianos, todos seres humanos. Ése es el tema.
Mi lectura de la película
Quiero empezar diciendo que me ha impresionado, por su fuerza plástica, la belleza de las imágenes y, sobre todo, por su forma de contar algo que es muy difícil de contar. He apuntado estos rasgos:
Imagen y paisaje, buenos
Los actores, reales en su humanidad, especialmente los monjes
Es una película espiritual, cuenta ante todo la vida de unos monjes concretos, integrados en una tierra y una cultura distinta, simplemente para vivir intensamente el cristianismo, sin misionar externamente, sin querer convertir a nadie, ofreciendo el signo de su humanidad y algo de ayuda médica. El ritmo de vida de unos monjes, la liturgia simple pero intensa, los textos, los salmos, los cantos… Todo ello es real, un testimonio de religión cristiana, universal.
Es una película social, que va ofreciendo las relaciones de los monjes con la gente del pueblo y con las autoridades de un tipo y de otro, políticos, militares, guerrilleros, en un momento de crisis…
Es una película religiosa, donde se presenta la vida de unos monjes cristianos que tienen un gran respeto por el Islam, que asisten a las fiestas musulmanas (la circuncisión de un niño), que rezan con y por los musulmanes.
Contexto histórico y social
La película nos sitúa ante el progreso de un islamismo (no un Islam) intolerante, que parece vincularse a la guerrilla para imponer su dictadura social. Pero lo hace con un respeto inmenso por el Islam (y por el cristianismo) como ideales y caminos religiosos.
Pues bien, en ese contexto, la simple vida de unos monjes resulta “provocativa” y suscita reacciones de diverso tipo. La gente del pueblo, aquellos que viven a lado, les quieren y apoyan. Pero hay otros que se sienten molestos y son los poderes “fácticos”, tres poderes:
a) Está el poder político argelino de aquel tiempo, que echa la culpa de todo al pasado colonial… Para cubrir así su corrupción. Evidentemente, los monjes no pueden ni quieren marcharse del país, como los políticos les piden, ni pueden aceptar su protección militar, pues ello sería ponerse en manos de un grupo corrupto. Además son monjes de la regla de San Benito. Han prometido estabilidad y deciden quedarse.
) b) Está el poder militar, que quiere imponer su dictado, no se sabe si al servicio de los políticos corruptos o al servicio de los guerrilleros, a los que parecen combatir (y con los que quizá colaboran).
c) Están los guerrilleros de un grupo islamista, que quieren imponer su poder por la fuerza, en contra de un Islam que pide respetar a los cristianos, y en especial a los monjes.
d) Están finalmente los poderes occidentales, y en concreto Francia, que no se sabe bien que política siguen, aunque es evidente que buscan sus intereses, no el bien de la gente.
No se sabe quiénes son los asesinos
No se supo entonces, y parece que no se sabe ahora... La película no quiere ni puede decirlo. Deja el tema abierto, para que seamos nosotros, los que respondamos
a) Parecen los guerrilleros
b) Pueden ser los militares
c) Quizá está en el fondo los políticos
Quizá estemos en el fondo todos (al menos los gobernantes), pues en una situación como ésa las redes de poder y violencia se alimentan mutuamente, en un feed-back sin fin.
Salmo 82. Dioses y hombres
La película está compuesta con gran finura religiosa, con textos ejemplares de salmos y cantos cristianos, y está al fondo de ella una carta ejemplar del Abad Christian, que, a lo largo del film, va haciendo un camino ejemplar de purificación, de humanidad, de catarsis personal. Dejo esa carta para otro que quiera publicarse (puede encontrarse fácilmente, pudimos leerla hace ya tiempo los interesados por el tema).
Quiero fijarme en el Salmo, que aparece al principio y preside todo el desarrollo del texto.Es un salmo en el que el Dios supremo juzga a los hombres-dioses, a los que no ayudan a los pobres, sino que les oprimen. Es el salmo de la justicia de Dios.
Es el Salmo 82, uno de los más intensos y vibrantes de la Biblia, que forma parte de la colección de Asaf, famosa por su hondura poética, por su vibración social. No es extraño que algunos exegetas y teólogos piensen que este Salmo forma el centro (un de los centros) de la Biblia hebrea. No es un texto cristiano ni musulmán, sino judío, pero pueden asumirlo por igual judíos, musulmanes y cristianos.
No es un texto que hable de un Dios particular, ni de una religión (musulmana, cristiana…), sino del Dios de la Justicia Universal, protector y señor de todos los hombres. El salmo es muy antiguo y supone, en lenguaje que alguno llamaría mítico (¡lenguaje poético intenso!) que el verdadero Dios se levanta para el juicio, en medio de la gran asamblea de dioses y hombres (de políticos y de gente pobre).
Este juicio no se hace según la “religión oficial” que uno ha seguido (no se pregunta si uno ha sido musulmán, judío, cristiano o ateo…), sino sólo según la “justicia”. Es como si el fondo del tema de los Monjes del Atlas no fuera la religión de unos o de otros, sino la justicia humana, en especial, loa (in-)justicia de los poderosos. Eso es lo que está en juego, la justicia. Y ahora leamos el Salmo, que cito siguiendo la traducción de la Biblia del Oso:
Salmo 82:1 Dios está de pie en la asamblea divina;
en medio de los dioses ejerce el juicio:
2 "¿Hasta cuándo juzgaréis injustamente
y entre los impíos haréis distinción de personas?
3 Rescatad al necesitado y al huérfano;
haced justicia al pobre y al indigente.
4 Librad al necesitado y al menesteroso;
libradlo de la mano de los impíos (=opresores).
5 "Ellos no saben ni entienden; andan en tinieblas.
¡Todos los cimientos de la tierra son conmovidos!
6 Yo os dije: 'Vosotros sois dioses;
todos vosotros sois hijos del Altísimo.'
7 Sin embargo, como un hombre moriréis
y caeréis como cualquiera de los gobernantes."
8 ¡Levántate, oh Dios; juzga la tierra,
porque tú poseerás todas las naciones!
El problema no es la religión, sino la justicia
Éste es el tema que ha puesto de relieve esta película, al titularse “De hombres y dioses”, al situarse ante el tema poderoso de Salmo 82, que nos sitúa ante el juicio de los “jefes”, esto es, de los gobernantes opresores. Éste es el tema. El fin del Salmo pide a Dios que se levante ya y que actúa, extendiendo sobre el mundo su verdad suprema. No es un problema de religión, de musulmanes y cristianos, sino de justicia, de opresores y oprimidos.
Este salmo, esta película no nos pone ante el juicio de la pobre gente (huérfanos, pobres, indigentes…), oprimidos siempre, sino ante el juicio que viene, ha de venir, a los que se creen “dioses”, haciéndose “señores” de los otros, sean musulmanes o cristianos, sean dictadores de Egipto o miembros de un “club capitalista” sin religión que vive a costa de la sangre y sufrimiento de los pobres-
Éste es el juicio de los impíos, es decir, de aquellos que oprimen a huérfanos y necesitados, el juicio “contra los falsos jueces”. En este mundo es difícil ver ese juicio (pues los mismos jueces del sistema están muchas veces implicados en la injusticia, como supone el Salmo 82).
Pero hay Dios, es decir, existe una justicia superior, ante la que nadie se podrá escapar. Éste es el tema de fondo de esta película, que es cristiana y musulmana a la vez, es decir, de aquellos que creen en la justicia de Dios, como saben los buenos orantes, entre los que quiero recordar a estos monjes del Atlas, por quienes sentí hace quince años la herida de la impotencia de esta historia, una historia que debe cambiar, y así lo deseamos, en España y en Egipto, por citar dos países amigos.
miércoles, 2 de marzo de 2011
El puñal y la herida por Héctor Abad Faciolince
Ojalá uno no fuera definido por su pertenencia a un grupo, a una nación o a un pueblo, sino que cada ser humano fuera considerado por lo que es en sí mismo. Las culpas caducan y no conviene vivir siempre rumiando la memoria del oprobio. Si entre mis antepasados hay esclavistas o violadores blancos, si en mis genes hay una esclava o un violador negro, si en la historia de mi sangre hay una mujer india, un abuelo judío o un bisabuelo árabe, de nada de esto yo soy responsable. No puedo cargar con su orgullo ni con su vergüenza. La identidad no es colectiva. Cada uno es lo que es. Y en nuestros países de origen bastardo todos somos, como decía un poeta, el puñal y la herida. De eso somos hijos, del puñal y de la herida.(fragm.)
Fuente: Carta de la Paz
Fuente: Carta de la Paz
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