¿Lugar? Alguno de la ciudad de Barcelona. No importa. El salón –muy moderno y acogedor- estaba casi vacío, o casi lleno. Depende de cómo quisiera verlo ese día. Para mí estaba medio lleno. Quizás otros lo habrían visto casi vacío. Tampoco importa. Yo estaba ahí, sentado, escuchando atentamente (aunque debo confesar que por momentos mi mente se dispersaba). Era viernes y por lo tanto el riesgo de la dispersión era mayor. Uno ya se relaja cuando llega el fin de semana.
Era un congreso. Los ponentes explicaban con interés y entusiasmo –aunque algunos no lo demostraban- sus ideas a un público silencioso y respetuoso. Quizás porque era temprano, quizás porque era viernes. ¿El tema? La información y los conflictos. Explicaciones muy interesantes, otras no tanto, como en todos los congresos.
Entonces llegó el momento de las preguntas. Esperé que hablaran otros y cuando se produjo un silencio, la formulé: “¿Por qué los medios de comunicación no reflejan noticias relacionadas con hechos de paz, sino de guerra? ¿Acaso la historia de la humanidad no ha vivido mayores momentos de paz que de guerra? ¿Por qué cuesta que los medios de comunicación hablen de paz?”
El clima dentro del salón era el mismo. Sin embargo algo había cambiado. La moderadora del panel se transformó y manifestó su negativa a tal afirmación: “la historia de la humanidad es la historia de la guerra, y no de la paz”. Y agrega –con un tono un tanto burlón: “sería lindo hablar de paz”.
Ahí me di cuenta –a pesar de que era un viernes- de que la moderadora no había entendido la pregunta. Y comenzó a defenderse como si mi intención hubiera sido el ataque. Otro ponente que acompañaba la mesa principal disparó con rapidez un viejo axioma del periodismo norteamericano: “no es noticia si un perro muerde a un hombre, pero sí si un hombre muerde a un perro”.
Silencio. Otro de los ponentes pide la palabra y señala: “el deber de un periodista es contar lo que ocurre, tanto lo bueno como lo malo”. Y alguien de la mesa también responde: “a veces en los medios no hay espacio para las buenas noticias y esto nos lleva sólo a reflejar las desgracias”.
Un asistente pide la palabra. “La historia de la humanidad, -afirma- sí tiene mayores momentos de paz que de guerra, y no se trata de una ingenuidad o una bobería querer hablar de paz”.
Con esa sentencia la moderadora dio por cerrada la sesión e inmediatamente convocó a los participantes a un intermedio. Fin de la discusión. ¿Discusión? ¿Por qué si sólo había formulado una pregunta sin ninguna otra intención?
Como periodista puedo afirmar que en muchas ocasiones es más difícil hablar de paz y producir noticias que destaquen hechos de paz y no de violencia. Claro que la violencia la vemos a diario, no hace falta escarbar mucho para encontrar los ejemplos. Sin embargo también hay hechos de paz que ocurren a nuestro alrededor, y que muchas veces no nos llaman la atención. O a veces ni siquiera se reflejan en los medios.
(...) ¿Por qué no podemos reflejar hechos que compartan esa alegría de existir, esas ganas de vivir y compartir la fiesta con el otro? El periodismo cumple una función social y como tal tiene un deber para con la sociedad. El deber de informar sobre lo que ocurre, sobre todo lo que ocurre. Y ya vemos que no sólo ocurren hechos trágicos. También ocurren hechos de paz.
Por lo tanto estoy convencido de que hablar de paz no es una ingenuidad o una bobería. En todo caso es más difícil, pero también más reparador.
Alfredo Fernández (Periodista)
España - Barcelona
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