jueves, 25 de octubre de 2012

¿Qué es la verdad? Horacio Walter Bauer

Frente a frente Pilatos y Jesús exhibieron facetas irreconciliables de órdenes esencialmente contradictorios. Mientras el hebreo humilde decía que su reino no era de este mundo, al que había venido “para dar testimonio de la verdad”, el representante de Roma exhibía su poder omnímodo y cruel. Al recordar este capítulo evangélico, el autor Horacio W. Bauer también nos invita a reflexionar sobre un trágico y cercano ciclo de nuestro país Horacio Walter Bauer / Abogado Momento patético –si lo hubo- fue el del encuentro de Jesús ante Pilatos. Narra Juan en su Evangelio (Cap. XVIII) que entregado por Judas –en el huerto contiguo al torrente Cedrón- Jesús fue prendido y atado por la Guardia y los satélites de los sumos Sacerdotes y de los fariseos. En los instantes previos impidió la resistencia intentada por Simón Pedro y puso a salvo a sus discípulos. Conducido primero a la casa de Anás y de allí a la del yerno de éste llamado Caifás y Sumo Sacerdote de aquel año, que había dado a los judíos el consejo: “Conviene que un solo hombre muera por el pueblo”(1) . El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y sobre su enseñanza. Jesús respondió: “He hablado al mundo públicamente, enseñé en las sinagogas y en el Templo, adonde concurren todos los judíos y nada he hablado a escondidas. “¿Por qué me interrogas a Mí?” Por respuesta un satélite le dio una bofetada. Entretanto Simón Pedro, calentándose con el fuego encendido por los criados del palacio del Pontífice, oía cantar un gallo después de su triple negativa sobre su vinculación con el apresado. De madrugada condujeron a Jesús al pretorio donde los judíos no entraron para no contaminarse y poder comer la Pascua. La situación se tornó embarazosa. El grupo opresor aducía carecer de competencia para ordenar la muerte de Jesús ya que el derecho romano había privado al Sanedrín del derecho de vida y muerte. Por su parte el gobernador del César no encontraba ningún delito imputable al detenido. Frente a frente Pilato y Jesús exhibieron facetas irreconciliables de órdenes esencialmente contradictorios. El del deber ser formulado por un imperio articulado por retóricos y legistas, que hacían de la conquista y dominio la expresión máxima de su propósito, creencia y placer. Confrontando con un hebreo humilde que señalaba que su reino no era de este mundo, al que había venido para dar testimonio de la verdad. “Todo el que es de la verdad escucha mi voz” dijo Jesús. “¿Qué es la verdad?, preguntó Pilato y salió de la escena para conversar con los judíos.” Hasta aquí el Evangelio de Juan. Giovanni Papinni en su Historia de Cristo escribió: el escéptico romano que acaso ha asistido repetidas veces a las discusiones interminables y se ha persuadido oyendo tanto lucubraciones metafísicas contradictorias y tantas cavilaciones sofísticas, que la verdad no existe y que en caso de existir no es dado a los hombres el conocerla, no se imagina por un instante siquiera que pueda decir la verdad ese obscuro hebreo que le está presente como un malhechor. No pareciera que la problemática entre el procurador y el procesado girara en torno a la concepción de Aristóteles –que siguiendo a Platón- enseñara que: “Decir de lo que es que no es o de lo que no es que es, es falso. Así como decir que lo que es es o que lo que no es no es, es verdadero.” Es decir, no estaba presente el cuestionamiento de la propiedad de ciertos enunciados sino la correspondencia entre lo dicho y aquello de lo que se hable. Cristo manifestó que daba testimonio de la verdad. Verdad (emunaah) entre los hebreos significaba confianza, fidelidad y su contrario: infidelidad, decepción. De ese modo la verdad pensiona el “así sea” (amén). No algo que es, como es propio del pensamiento griego que con su “aletheia” quiere descubrir lo que oculta el velo de la apariencia. Se tiene la impresión que el escepticismo de Pilato –mundano a rajatabla- es de orden filosófico y por supuesto descreyente de fe trascendental. Le resbaló algo que sonaba a “verdades eternas” y como explicaría Heidegger lo confundió un sujeto absolutamente idealizado con la “idealidad del Dasein” fenoménicamente fundada…”. Incipientes perspectivas entonces de “restos (hoy) de teología cristiana que hasta ahora no han sido plenamente radicados de la problemática filosófica” (conf. parág. 44 de “Ser y Tiempo”, c. el modo de ser de la verdad y la presuposición de la verdad.). El pensador de la Selva Negra también afirmó en la misma obra y sección que “un escéptico no puede ser refutado de la misma manera como no se puede demostrar el ser de la verdad”. En cambio, entre esos “restos” de teología cristiana figuran algunos primorosos que no necesitan recurrir a ningún “proyecto arrojado” (MH) para navegar procelosamente entre la verdad y la no verdad que entre el ser y el no ser. Una joven delicieux simplemente escribió: “no he hecho jamás como Pilato que no quiso oír la verdad …Oh Díos mío, yo quiero oídos, respóndeme, os suplico, cuando os digo humildemente: ¿Qué es la verdad? Haced que vea las cosas tal como son y que nada me deslumbre” (Novissima Verba, 1926) Ejemplo categórico de pensamiento griego y justificado por la fe. (Apóstol Pablo, Rom. III-27 y conc.). Del filósofo belga Pierre de Roo aduce que “la verdad es una artimaña que sirve de pretexto para crímenes de lesa humanidad.” Sin embargo el apotegma no es aplicable para el crimen de lesa humanidad cometido por la cópula sanedrín-pretorio, contra un inocente llamado Jesús. Sucedió en la ciudad Santa de Jerusalén durante el reinado de Tiberio. Otras cuestiones y no la verdad estuvieron en juego. (1) Antecedente singular de la extensión plural propuesta por el general J.R.Videla en 1975, poco antes de asumir la presidencia del Proceso de Reorganización Nacional en la Argentina. Ese militar católico romano, de comunión frecuente, declaró: “En Argentina deberán morir todas las personas que sean necesario para recuperar la paz” (conf. ¿Adonde va la verdad? Artimañaza, violencia y filosofía – Pierre de Roo - Wald Hutter Edit., Bs.As. 2011 pg. 211) Fuente: El Arca digital

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