Una entrevista al Padre Arnaldo Pangrazzi, hecha por Adrián Hernández para Editorial San Pablo.
http://youtu.be/Kcuk7Ar49Y0
domingo, 26 de junio de 2011
martes, 21 de junio de 2011
DIOS ES AMOR - Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta
Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia,
para el domingo de la Santísima Trinidad (19 de junio de 2011)
Jn 3, 16-18
I. “DIOS COMPASIVO Y BONDADOSO”
1. La solemnidad de hoy, dedicada a la Santísima Trinidad, nos lleva a asomarnos al misterio de Dios. ¿Grandioso? ¿Sublime? No hay palabra capaz de expresarlo. Cuando Moisés, en el desierto, le preguntó a Dios por su nombre, le respondió: “Yo soy el que soy” (Ex 3,14). Así se definió frente a los dioses egipcios, de los cuales la Biblia dice que “no son”: “Los ídolos son oro y plata, obra de las manos de los hombres. Tienen boca, pero no hablan, tienen ojos, pero no ven” (Sal 115,4-5).
2. Sin embargo, Dios no se contentó con ello. Quiso definirse, sobre todo, con relación a los hombres que, buscando la verdad y la felicidad, caemos en miles de yerros y pecados. Y se definió como “un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34,6). Así leemos hoy en la primera lectura. ¡Cuánto bien nos haría aprender a leer el Antiguo Testamento, pues nos ayudaría a superar la imagen de un Dios malo, todavía divulgada.
II. “EL DIOS DEL AMOR Y DE LA PAZ”
3. La liturgia de hoy nos descubre el aspecto más conmovedor de Dios. San Pablo nos lo presenta como “el Dios del amor y de la paz”. Y concluye su segunda carta a los corintios augurándoles que “el amor de Dios”, junto con “la gracia del Señor Jesucristo… y la comunión del Espíritu Santo, permanezcan con todos ustedes” (2 Co 13,11.13). Al llamarlo así, el apóstol no hace un simple razonamiento sobre la esencia divina. Nos señala una realidad de la que él ha hecho una experiencia muy profunda: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5). Según el apóstol, el amor de Dios no es un acto circunstancial que pasa. Se ha personificado en el Espíritu Santo. Y se ha manifestado en Jesucristo: “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores” (v. 8). E insiste: “Tengo la certeza de que… ninguna criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom 8,38-39). La contemplación del Dios-Amor vuelve siempre en las cartas del apóstol: “Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir en Cristo” (Ef 2,4-5).
III. “DIOS AMÓ TANTO AL MUNDO…”
4. La revelación del Dios-Amor es como una ópera maravillosa, que tiene un “crescendo” desde el Antiguo Testamento, pasando por San Pablo y culminando en San Juan. El evangelista pone en labios de Jesús la consideración más consoladora sobre Dios: “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga Vida eterna” (Jn 3,16). No contento con ello, Juan, en su primera carta, vuelve a insistir que Dios, por medio de Jesucristo, nos manifiesta su amor a nosotros que somos pecadores: “Así nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados” (1 Jn 4,9-10).
5. En su carta Juan se extasía ante el amor que Dios nos tiene: “¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente” (1 Jn 3,1). Y de allí saca las consecuencias. Primero, en el plano teológico, definiendo a Dios de manera atrevida: “Dios es amor”. Y, consecuentemente, en el de la vida cristiana: “Queridos míos, amémonos los unos a los otros porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn 4,7-8). Juan insiste sobre esta definición de Dios: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él” (v. 16).
IV. “SI DIOS NOS AMÓ TANTO, TAMBIÉN NOSOTROS DEBEMOS AMARNOS”
6. Por lo visto, la del Dios-Amor no es una consideración circunstancial en el Nuevo Testamento. Hace a su esencia. Pero, como suelo repetir, Dios no revela nada sólo para que lo conozcamos. Sino para que creyendo de veras en su palabra, la abracemos con fe viva y la pongamos en práctica. Juan nos muestra el camino: “Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros” (1 Jn 4,12).
7. Se trata para los cristianos de tener un amor fundado en el amor de Dios por el hombre pecador. Por tanto, no sólo al amigo, sino al enemigo. Estamos llamados a diferenciarnos, como creyentes y como ciudadanos, de los que conocen sólo la ley del talión. Como enseña Jesús en el Sermón del Monte: “Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo. Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en cielo” (Mt 5,43-45).
para el domingo de la Santísima Trinidad (19 de junio de 2011)
Jn 3, 16-18
I. “DIOS COMPASIVO Y BONDADOSO”
1. La solemnidad de hoy, dedicada a la Santísima Trinidad, nos lleva a asomarnos al misterio de Dios. ¿Grandioso? ¿Sublime? No hay palabra capaz de expresarlo. Cuando Moisés, en el desierto, le preguntó a Dios por su nombre, le respondió: “Yo soy el que soy” (Ex 3,14). Así se definió frente a los dioses egipcios, de los cuales la Biblia dice que “no son”: “Los ídolos son oro y plata, obra de las manos de los hombres. Tienen boca, pero no hablan, tienen ojos, pero no ven” (Sal 115,4-5).
2. Sin embargo, Dios no se contentó con ello. Quiso definirse, sobre todo, con relación a los hombres que, buscando la verdad y la felicidad, caemos en miles de yerros y pecados. Y se definió como “un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34,6). Así leemos hoy en la primera lectura. ¡Cuánto bien nos haría aprender a leer el Antiguo Testamento, pues nos ayudaría a superar la imagen de un Dios malo, todavía divulgada.
II. “EL DIOS DEL AMOR Y DE LA PAZ”
3. La liturgia de hoy nos descubre el aspecto más conmovedor de Dios. San Pablo nos lo presenta como “el Dios del amor y de la paz”. Y concluye su segunda carta a los corintios augurándoles que “el amor de Dios”, junto con “la gracia del Señor Jesucristo… y la comunión del Espíritu Santo, permanezcan con todos ustedes” (2 Co 13,11.13). Al llamarlo así, el apóstol no hace un simple razonamiento sobre la esencia divina. Nos señala una realidad de la que él ha hecho una experiencia muy profunda: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5). Según el apóstol, el amor de Dios no es un acto circunstancial que pasa. Se ha personificado en el Espíritu Santo. Y se ha manifestado en Jesucristo: “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores” (v. 8). E insiste: “Tengo la certeza de que… ninguna criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom 8,38-39). La contemplación del Dios-Amor vuelve siempre en las cartas del apóstol: “Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir en Cristo” (Ef 2,4-5).
III. “DIOS AMÓ TANTO AL MUNDO…”
4. La revelación del Dios-Amor es como una ópera maravillosa, que tiene un “crescendo” desde el Antiguo Testamento, pasando por San Pablo y culminando en San Juan. El evangelista pone en labios de Jesús la consideración más consoladora sobre Dios: “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga Vida eterna” (Jn 3,16). No contento con ello, Juan, en su primera carta, vuelve a insistir que Dios, por medio de Jesucristo, nos manifiesta su amor a nosotros que somos pecadores: “Así nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados” (1 Jn 4,9-10).
5. En su carta Juan se extasía ante el amor que Dios nos tiene: “¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente” (1 Jn 3,1). Y de allí saca las consecuencias. Primero, en el plano teológico, definiendo a Dios de manera atrevida: “Dios es amor”. Y, consecuentemente, en el de la vida cristiana: “Queridos míos, amémonos los unos a los otros porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn 4,7-8). Juan insiste sobre esta definición de Dios: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él” (v. 16).
IV. “SI DIOS NOS AMÓ TANTO, TAMBIÉN NOSOTROS DEBEMOS AMARNOS”
6. Por lo visto, la del Dios-Amor no es una consideración circunstancial en el Nuevo Testamento. Hace a su esencia. Pero, como suelo repetir, Dios no revela nada sólo para que lo conozcamos. Sino para que creyendo de veras en su palabra, la abracemos con fe viva y la pongamos en práctica. Juan nos muestra el camino: “Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros” (1 Jn 4,12).
7. Se trata para los cristianos de tener un amor fundado en el amor de Dios por el hombre pecador. Por tanto, no sólo al amigo, sino al enemigo. Estamos llamados a diferenciarnos, como creyentes y como ciudadanos, de los que conocen sólo la ley del talión. Como enseña Jesús en el Sermón del Monte: “Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo. Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en cielo” (Mt 5,43-45).
Antígona Vélez: espejo de la sociedad
Hace 60 años se estrenaba en el Teatro Nacional Cervantes, con la dirección de Enrique Santos Discépolo, Antígona Vélez, el segundo texto teatral concebido por el poeta y narrador Leopoldo Marechal a lo largo de su carrera.
Antígona Vélez se transformó en una obra muy emblemática a la hora de hablar del teatro de Marechal. "Intenté una obra dramática que fuese argentina y universal -explicó entonces el autor-. Me propuse recoger una fábula de tipo universal, tal como la que nos puede ofrecer el teatro griego y ponerla en acto de nuestros hombres y darle otra vida en nuestro paisaje? Elegí la época más dramática para la llanura, que es la de su conquista."
Pompeyo Audivert es el responsable de la nueva puesta -que podrá verse en el Cervantes a partir de pasado mañana.
Ana Yovino, la protagonista de esta versión, ha recreado en distintos momentos de su carrera a ese personaje: hizo la Antígona, de Anouilh, y luego la del autor peruano José Watanabe. "Pareciera que Antígona es una fuerza que viaja a través del tiempo y que algún autor necesita ponerla en un contexto determinado y, en ese contexto, siempre florece", explica la actriz.
Esta Antígona es como una fuerza sobrenatural, acechada por la noche, por esa pampa, el barro donde está su hermano muerto. La cruzan, también, las fuerzas de las brujas que están ahí arengando, la llaman los pájaros. Varias fuerzas atraviesan a esta mujer que la llevan a poder casi lo imposible. Porque, aunque sabe que va a morir, ella va hacia lo que tiene que hacer, dar sepultura a su hermano."
Pompeyo Audivert define a Antígona como "una fuerza colectiva que copa un cuerpo y lo impele a un tipo de justicia que restablece el orden humano, que es lo que ha sido vulnerado con el castigo de la justicia histórica. La misma que Facundo Galván quiere aplicar sobre el traidor al no enterrarlo".
En este marco histórico, Audivert explica que esto adquiere en la Argentina actual una potencia muy particular. "Nosotros somos una sociedad Antígona, que está pudiendo recién enterrar a muertos que no habían tenido sepultura. Incluso, donde no se ha podido recuperar el nombre, se ha podido recuperar esa historia y dar un nombre a aquello que la truncó, que la extinguió, que la desapareció. Se está pudiendo llevar a cabo el ritual de lo humano. Por eso me parece que los crímenes de lesa humanidad son tipificados como tales y, entre ellos, está el de no enterrar el cuerpo del enemigo, el de la extinción de ese cuerpo, de su identidad sagrada. Querer castigar más allá de la frontera de lo histórico."
Fragmentos de una nota de Carlos Pacheco - Para LA NACION - 21/06/2011
Antígona Vélez se transformó en una obra muy emblemática a la hora de hablar del teatro de Marechal. "Intenté una obra dramática que fuese argentina y universal -explicó entonces el autor-. Me propuse recoger una fábula de tipo universal, tal como la que nos puede ofrecer el teatro griego y ponerla en acto de nuestros hombres y darle otra vida en nuestro paisaje? Elegí la época más dramática para la llanura, que es la de su conquista."
Pompeyo Audivert es el responsable de la nueva puesta -que podrá verse en el Cervantes a partir de pasado mañana.
Ana Yovino, la protagonista de esta versión, ha recreado en distintos momentos de su carrera a ese personaje: hizo la Antígona, de Anouilh, y luego la del autor peruano José Watanabe. "Pareciera que Antígona es una fuerza que viaja a través del tiempo y que algún autor necesita ponerla en un contexto determinado y, en ese contexto, siempre florece", explica la actriz.
Esta Antígona es como una fuerza sobrenatural, acechada por la noche, por esa pampa, el barro donde está su hermano muerto. La cruzan, también, las fuerzas de las brujas que están ahí arengando, la llaman los pájaros. Varias fuerzas atraviesan a esta mujer que la llevan a poder casi lo imposible. Porque, aunque sabe que va a morir, ella va hacia lo que tiene que hacer, dar sepultura a su hermano."
Pompeyo Audivert define a Antígona como "una fuerza colectiva que copa un cuerpo y lo impele a un tipo de justicia que restablece el orden humano, que es lo que ha sido vulnerado con el castigo de la justicia histórica. La misma que Facundo Galván quiere aplicar sobre el traidor al no enterrarlo".
En este marco histórico, Audivert explica que esto adquiere en la Argentina actual una potencia muy particular. "Nosotros somos una sociedad Antígona, que está pudiendo recién enterrar a muertos que no habían tenido sepultura. Incluso, donde no se ha podido recuperar el nombre, se ha podido recuperar esa historia y dar un nombre a aquello que la truncó, que la extinguió, que la desapareció. Se está pudiendo llevar a cabo el ritual de lo humano. Por eso me parece que los crímenes de lesa humanidad son tipificados como tales y, entre ellos, está el de no enterrar el cuerpo del enemigo, el de la extinción de ese cuerpo, de su identidad sagrada. Querer castigar más allá de la frontera de lo histórico."
Fragmentos de una nota de Carlos Pacheco - Para LA NACION - 21/06/2011
sábado, 18 de junio de 2011
Taizé en Jamaica: por la Paz
Jamaica: Convocatoria Ecuménica Internacional de la Paz
El Consejo Mundial de Iglesias organizó una Convocatoria Internacional Ecuménica por la Paz en Kingston (Jamaica), del 17 al 25 de mayo, para celebrar los logros del Decenio para Superar la Violencia que se inició en 2001. Ana, madre de una familia joven de Sarajevo, representó a Taizé. Escribe, "1.000 participantes de más de 100 países, procedentes de diferentes iglesias y organizaciones, se comprometieron con la no violencia, la paz y la justicia. Me encantó que la reunión se celebrase en un lugar maravilloso, con una historia firme y dolorosa. Siempre recordaré la hospitalidad del pueblo jamaicano, incluso cuando apenas había recursos para compartir… La conclusión de la reunión es que nuestro trabajo apenas ha comenzado; debe seguir en nuestras comunidades y organizaciones locales. Recibimos mucho aliento y esperanzas para lograr la paz a nuestro alrededor. "
El Consejo Mundial de Iglesias organizó una Convocatoria Internacional Ecuménica por la Paz en Kingston (Jamaica), del 17 al 25 de mayo, para celebrar los logros del Decenio para Superar la Violencia que se inició en 2001. Ana, madre de una familia joven de Sarajevo, representó a Taizé. Escribe, "1.000 participantes de más de 100 países, procedentes de diferentes iglesias y organizaciones, se comprometieron con la no violencia, la paz y la justicia. Me encantó que la reunión se celebrase en un lugar maravilloso, con una historia firme y dolorosa. Siempre recordaré la hospitalidad del pueblo jamaicano, incluso cuando apenas había recursos para compartir… La conclusión de la reunión es que nuestro trabajo apenas ha comenzado; debe seguir en nuestras comunidades y organizaciones locales. Recibimos mucho aliento y esperanzas para lograr la paz a nuestro alrededor. "
viernes, 10 de junio de 2011
Una paloma blanca. Por Adolfo A. Pedroza.
Se acercó a mí lentamente y algo cabizbajo, no más de un metro entre su naricita y el suelo, pelito colorado, remera de hermano mayor y un desprolijo pantalón con remiendos en la rodilla. Las manos atrás, en claro gesto de esconder algo... ¿Usted es el pastor? fue el primer disparo a quemarropa y sin presentación. Se detuvo a unos metros como dispuesto a no acercarse si no recibía contestación.
Yo lo miraba fijamente mientras asentía con la cabeza. El Pedro es mi amigo... y viene a religión; dice que usted le enseño que el Espíritu Santo es una paloma... una paloma blanca...
En toda esta balbuceante frase me miró fijamente a los ojos, tratando de ver si era verdad lo que le contó su amigo. Me acerqué unos pasos hacia él y me senté; lo invité con el gesto de marcarle el lugar en un banco. Continuaba mirándome.
Y... ¿qué más te contó el Pedro?... Que usted les lee La Biblia y ellos juegan y se empujan... y después juegan a la pelota y... ¿Qué es el Espíritu Santo?... Porque el Pedro dice que es Dios... ¡Qué va ser!...
Ahá...¿y a vos que te parece? ¡Eso es un cuento del Pedro! Dios no puede ser una paloma blanca.
Noté que de repente el coloradito bajaba la cabeza y apretaba más contra su espalda aquello que sus manos ocultaba, hasta me pareció que su voz se quebraba en aquella última frase. Lo invité a nuevamente a sentarse, ahora con el gesto y la palabra, y aceptó; aunque no muy cerca mío.
Lo miré con toda la ternura que me despertaba y nuestras miradas se cruzaron por un fugaz instante. Le brotó un llanto que, hasta ese momento, había sido contenido. Me apreté a él y lo abracé.
¡Vamos coloradito!... ¿Qué te pasa? Yo... yo maté una paloma blanca, dijo entre sollozos... siempre le tiro a los gorriones...pero ¡ni de cerca!... pero a la paloma le dí justito... Dejó caer su cabecita sobre mi rodilla y estalló en llanto. De sus apretujadas manos cayó aquella honda rudimentaria. Dejé de hablar y sólo lo acariciaba.
Lo sentía llorar y me angustiaba aquel pequeño. Me fui perdiendo en imágenes y pensamientos que me surcaban a mil...
¿Cuantas palomas blancas habremos matado los hombres? ¿Alguna vez lloramos por ello? ¿Una sola vez nos habremos arrepentido?
Fuente:PE/Ecupres, publicado originalmente en la Red Latinoamericana de Liturgia CLAI.
Yo lo miraba fijamente mientras asentía con la cabeza. El Pedro es mi amigo... y viene a religión; dice que usted le enseño que el Espíritu Santo es una paloma... una paloma blanca...
En toda esta balbuceante frase me miró fijamente a los ojos, tratando de ver si era verdad lo que le contó su amigo. Me acerqué unos pasos hacia él y me senté; lo invité con el gesto de marcarle el lugar en un banco. Continuaba mirándome.
Y... ¿qué más te contó el Pedro?... Que usted les lee La Biblia y ellos juegan y se empujan... y después juegan a la pelota y... ¿Qué es el Espíritu Santo?... Porque el Pedro dice que es Dios... ¡Qué va ser!...
Ahá...¿y a vos que te parece? ¡Eso es un cuento del Pedro! Dios no puede ser una paloma blanca.
Noté que de repente el coloradito bajaba la cabeza y apretaba más contra su espalda aquello que sus manos ocultaba, hasta me pareció que su voz se quebraba en aquella última frase. Lo invité a nuevamente a sentarse, ahora con el gesto y la palabra, y aceptó; aunque no muy cerca mío.
Lo miré con toda la ternura que me despertaba y nuestras miradas se cruzaron por un fugaz instante. Le brotó un llanto que, hasta ese momento, había sido contenido. Me apreté a él y lo abracé.
¡Vamos coloradito!... ¿Qué te pasa? Yo... yo maté una paloma blanca, dijo entre sollozos... siempre le tiro a los gorriones...pero ¡ni de cerca!... pero a la paloma le dí justito... Dejó caer su cabecita sobre mi rodilla y estalló en llanto. De sus apretujadas manos cayó aquella honda rudimentaria. Dejé de hablar y sólo lo acariciaba.
Lo sentía llorar y me angustiaba aquel pequeño. Me fui perdiendo en imágenes y pensamientos que me surcaban a mil...
¿Cuantas palomas blancas habremos matado los hombres? ¿Alguna vez lloramos por ello? ¿Una sola vez nos habremos arrepentido?
Fuente:PE/Ecupres, publicado originalmente en la Red Latinoamericana de Liturgia CLAI.
miércoles, 8 de junio de 2011
«Jesús sopló y les dijo: reciban Espíritu Santo» - P. Tony Fidalgo CSsR
En el encierro, la apertura misionera; en el miedo, la paz que libera; en la debilitad, la fortaleza desde la centralidad del Dios de la Vida. La comunidad se hace en y desde el acontecimiento de la Pascua, en y desde el paso victorioso de la Vida en la muerte. Allí se da el don mayor desde el cual se podrán recrear todas las cosas.
Así es porque el Espíritu (Jn 20, 22) es el que capacita para la misión desde la constitución de una nueva identidad. Como en el origen hubo un aliento de vida (Gn 2, 7) ahora en este nuevo inicio de la historia, el Señor de la historia «sopla» «exhala su aliento». Por medio de este gesto creador, redentor y santificador, Jesús infunde su propio aliento, el/la Espíritu (Jn 19, 30), y así se crea la nueva condición humana, la del espíritu (Jn 3, 6-7) por el «amor y lealtad» que recibimos por medio de él (Jn 1, 17).
Contemplemos esta nueva realidad, completamente inédita. Contemplemos esta obra recreadora, este «nacer de Dios» (Jn 1,13) único, verdadero, que capacita a todos/as para «hacerse hijos/as de Dios» (Jn 1,12).
Celebremos este don magnífico por el cual somos liberados de quedar prisioneros «del pecado del mundo» (Jn 1,19) y así posibilitados de desenmascarar, en la complejidad de nuestras existencias, toda complicidad que nos inclina a la mentira del encierro, del miedo, de la debilidad cobarde que nos mantiene en los lazos de toda opresión. Animemos en este Pentecostés a dejar fluir el don de la Vida abundante (Jn 10, 10), a dejar emerger lo mejor de la vida en medio de nuestros cotidianos desafíos. Posibilitemos la experiencia de vida verdadera que nos da gratuitamente el/la Espíritu; esa donde «la verdad que hace libres» (Jn 8,31s) afianza en nosotros/as nuestra más genuina identidad de hijos/as, de hermanos/as.
Somos nuevas creaturas, libres y liberadas, por el/la Espíritu que nos impulsa «consagrados/as por la verdad» (Jn 17,17s) a realizar en el misterio de nuestras vidas «su Palabra, que es la verdad» que ilumina, sana e impulsa a vivir la vida como don y tarea.
Pentecostés es la celebración donde compartimos los frutos del Espíritu en fraternal comunión de vida nueva. Pentecostés es un canto a la vida que se entona por medio de reconciliaciones y de liberaciones de todo mal, cada día, como si se tratase siempre de nuevos inicios. Siempre en éxodo, siempre en caminos que nos lanzan a la vida en libertad y responsabilidad; caminos que realizamos no huyendo del «mundo» injusto (Jn 17,15), sino «estando en él» en adhesión a Jesús y su aliento de vida nueva, dejando cada vez por lo mismo de pertenecer a todo sistema mundanizado (Jn 17, 6.14).
Es verdad que la realidad, hoy como ayer, puede asustarnos y hasta acomplejarnos ante tan grandes desafíos. Muchas veces no se ven con claridad las posibles salidas y entonces preferimos encerrarnos cada uno en su propio yo, atendiendo sólo a lo suyo, olvidándonos del proyecto común de Jesús. Para sacarnos de este atolladero, Jesús nos alienta con su Espíritu, de comunión y de libertad. Hay que salir. Hay que manifestar, reflexionar y actuar pues está en juego la nueva humanidad.
Estamos llamados/as a descubrir los clamores del Espíritu, que podemos descubrir en la vida de los creyentes y en el andar de las comunidades, cuando buscan realizar el reino de Dios sencillamente y de a pie en los surcos de la historia. Estamos llamados/as a discernir esos clamores que a modo de presencia misteriosa se dejan entrever en muchas personas y agrupaciones que, desde sus lugares, contribuyen a superar las formas de pecado que deshumanizan
y alienan nuestra humanidad.
En definitiva, estamos llamados/as con el aliento del Espíritu a dar a luz una nueva historia más digna para nuestro planeta y todos los que lo habitan.
Así es porque el Espíritu (Jn 20, 22) es el que capacita para la misión desde la constitución de una nueva identidad. Como en el origen hubo un aliento de vida (Gn 2, 7) ahora en este nuevo inicio de la historia, el Señor de la historia «sopla» «exhala su aliento». Por medio de este gesto creador, redentor y santificador, Jesús infunde su propio aliento, el/la Espíritu (Jn 19, 30), y así se crea la nueva condición humana, la del espíritu (Jn 3, 6-7) por el «amor y lealtad» que recibimos por medio de él (Jn 1, 17).
Contemplemos esta nueva realidad, completamente inédita. Contemplemos esta obra recreadora, este «nacer de Dios» (Jn 1,13) único, verdadero, que capacita a todos/as para «hacerse hijos/as de Dios» (Jn 1,12).
Celebremos este don magnífico por el cual somos liberados de quedar prisioneros «del pecado del mundo» (Jn 1,19) y así posibilitados de desenmascarar, en la complejidad de nuestras existencias, toda complicidad que nos inclina a la mentira del encierro, del miedo, de la debilidad cobarde que nos mantiene en los lazos de toda opresión. Animemos en este Pentecostés a dejar fluir el don de la Vida abundante (Jn 10, 10), a dejar emerger lo mejor de la vida en medio de nuestros cotidianos desafíos. Posibilitemos la experiencia de vida verdadera que nos da gratuitamente el/la Espíritu; esa donde «la verdad que hace libres» (Jn 8,31s) afianza en nosotros/as nuestra más genuina identidad de hijos/as, de hermanos/as.
Somos nuevas creaturas, libres y liberadas, por el/la Espíritu que nos impulsa «consagrados/as por la verdad» (Jn 17,17s) a realizar en el misterio de nuestras vidas «su Palabra, que es la verdad» que ilumina, sana e impulsa a vivir la vida como don y tarea.
Pentecostés es la celebración donde compartimos los frutos del Espíritu en fraternal comunión de vida nueva. Pentecostés es un canto a la vida que se entona por medio de reconciliaciones y de liberaciones de todo mal, cada día, como si se tratase siempre de nuevos inicios. Siempre en éxodo, siempre en caminos que nos lanzan a la vida en libertad y responsabilidad; caminos que realizamos no huyendo del «mundo» injusto (Jn 17,15), sino «estando en él» en adhesión a Jesús y su aliento de vida nueva, dejando cada vez por lo mismo de pertenecer a todo sistema mundanizado (Jn 17, 6.14).
Es verdad que la realidad, hoy como ayer, puede asustarnos y hasta acomplejarnos ante tan grandes desafíos. Muchas veces no se ven con claridad las posibles salidas y entonces preferimos encerrarnos cada uno en su propio yo, atendiendo sólo a lo suyo, olvidándonos del proyecto común de Jesús. Para sacarnos de este atolladero, Jesús nos alienta con su Espíritu, de comunión y de libertad. Hay que salir. Hay que manifestar, reflexionar y actuar pues está en juego la nueva humanidad.
Estamos llamados/as a descubrir los clamores del Espíritu, que podemos descubrir en la vida de los creyentes y en el andar de las comunidades, cuando buscan realizar el reino de Dios sencillamente y de a pie en los surcos de la historia. Estamos llamados/as a discernir esos clamores que a modo de presencia misteriosa se dejan entrever en muchas personas y agrupaciones que, desde sus lugares, contribuyen a superar las formas de pecado que deshumanizan
y alienan nuestra humanidad.
En definitiva, estamos llamados/as con el aliento del Espíritu a dar a luz una nueva historia más digna para nuestro planeta y todos los que lo habitan.
miércoles, 1 de junio de 2011
Desde la tierra del odio a la patria del amor. Por Rodolfo Míguez.
Así, y sin que suene melodramático pero sí conmovedor, es el testimonio que nos dejó en Durazno, a 180 km. de Montevideo, Jorge González, el pasado viernes 27 de Mayo.
González es un ex tupamaro que estuvo preso en la cárcel de Libertad -emblemática cueva gigante de la Dictadura- más de seis años y luego de liberado condicionalmente marchó al exilio en Dinamarca. Allí, protagonizaría un cuantioso y recordado asalto junto a otros tres latinoamericanos, para recaudar fondos para la guerrilla, estuvo preso nuevamente por más de tres años.
Pues bien, este hombre de sesenta y pocos años, con una decena de ellos en prisión por guerrillero y asaltante, con una historia de vida de película, un día se encontró con Jesús. Su experiencia, narrada por él mismo en primera persona es impactante y removedora.
¿Acaso no lo sería el escuchar hablar a alguien decir que perdonó a sus torturadores -y dar pruebas de ello- siendo que además confiesa que por años solamente el odio y la venganza llenaban su corazón?
En el evento de marras que tuvo lugar en la "Casa de la Cultura" y fue patrocinado por la Intendencia de Durazno, contó con la presencia de quienes se sintieron apelados por la convocatoria que tuvo por título: "De Libertad a Liberado".
Fueron personas que representaban a todo el espectro social: desde el artístico estando presente el connotado plástico duraznense Hugo Rovira hasta el político encabezado por el propio Intendente del Departamento, Ing. Benjamin Irazabal, y el Diputado Nacional Carmelo Vidalín, contando también con una hija de Desaparecido y cristianos pentecostales, metodistas, católicos y bautistas, sin faltar el destacado historiador Óscar Padrón.
Es de resaltar el espacio ocupado en los medios por Jorge González. En verdad: sorprendente. Por dos días, el jueves previo y el viernes mismo, González -hoy líder laico de la "Iglesia Carismática del Verbo" de Montevideo que conduce el pastor Jorge Fagúndez- recorrió diversos programas de Televisión, espacios de Radio y respondió a entrevistas de la prensa escrita.
Indudablemente es un momento crítico del Uruguay pues la Suprema Corte de Justicia ha dejado firme al 1º de Noviembre próximo como fecha límite para iniciar cualquier acción contra los militares que violaron los DD.HH.
Eso genera un mar de sentimientos encontrados, y "De Libertad a Liberado" no pasó desapercibido pues se constituyó en un testimonio personal de alguien que torturado, preso y exilado dice que es posible perdonar a quienes hicieron lo malo porque Cristo hace el milagro del perdón, en el corazón de quien quiere vivir el inmenso desafío de su palabra de vida, aquella que dice que amemos a nuestros enemigos: "Sé que es posible porque ese milagro, Él, lo hizo en mí. Por momento sentía que perdonar a aquellos que me habían hecho tanto mal era como traicionarme a mí mismo. Pero en un momento solté la palabra de perdón.
Recuerdo que mi Pastor me dijo: “Ahora has perdonado de palabra, en el tiempo perdonarás de corazón” Y así, tal cual, sucedió. No sé cómo, pero él sabía que sería así y sabía lo que pronunciar aquella frase me había costado. Como sabía que yo no estaba plenamente convencido de la veracidad de aquellas palabras. Todo aquello nuevo que me sucedía eran etapas que iba quemando y cosas que sucedería en el tiempo venidero, en un proceso imparable, sobre el cual yo, que siempre creí hacer mi voluntad, ya no tenía control."
Jorge González se mostró dispuesto a hablar con todas y todos y a contestar todas las preguntas. Y quedó disponible para ser invitado a cuanto lugar público o privado quiera recibirlo. Por eso gusta de dar su celular: 094.699.879. Sin duda que él es alguien que experimentó algo que cambiaría el mundo.
(*) Rodolfo Míguez es pastor de la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU) y responsable del Archivo Histórico de la IMU.
Fuente: Agencia de Noticias Prensa Ecuménica
González es un ex tupamaro que estuvo preso en la cárcel de Libertad -emblemática cueva gigante de la Dictadura- más de seis años y luego de liberado condicionalmente marchó al exilio en Dinamarca. Allí, protagonizaría un cuantioso y recordado asalto junto a otros tres latinoamericanos, para recaudar fondos para la guerrilla, estuvo preso nuevamente por más de tres años.
Pues bien, este hombre de sesenta y pocos años, con una decena de ellos en prisión por guerrillero y asaltante, con una historia de vida de película, un día se encontró con Jesús. Su experiencia, narrada por él mismo en primera persona es impactante y removedora.
¿Acaso no lo sería el escuchar hablar a alguien decir que perdonó a sus torturadores -y dar pruebas de ello- siendo que además confiesa que por años solamente el odio y la venganza llenaban su corazón?
En el evento de marras que tuvo lugar en la "Casa de la Cultura" y fue patrocinado por la Intendencia de Durazno, contó con la presencia de quienes se sintieron apelados por la convocatoria que tuvo por título: "De Libertad a Liberado".
Fueron personas que representaban a todo el espectro social: desde el artístico estando presente el connotado plástico duraznense Hugo Rovira hasta el político encabezado por el propio Intendente del Departamento, Ing. Benjamin Irazabal, y el Diputado Nacional Carmelo Vidalín, contando también con una hija de Desaparecido y cristianos pentecostales, metodistas, católicos y bautistas, sin faltar el destacado historiador Óscar Padrón.
Es de resaltar el espacio ocupado en los medios por Jorge González. En verdad: sorprendente. Por dos días, el jueves previo y el viernes mismo, González -hoy líder laico de la "Iglesia Carismática del Verbo" de Montevideo que conduce el pastor Jorge Fagúndez- recorrió diversos programas de Televisión, espacios de Radio y respondió a entrevistas de la prensa escrita.
Indudablemente es un momento crítico del Uruguay pues la Suprema Corte de Justicia ha dejado firme al 1º de Noviembre próximo como fecha límite para iniciar cualquier acción contra los militares que violaron los DD.HH.
Eso genera un mar de sentimientos encontrados, y "De Libertad a Liberado" no pasó desapercibido pues se constituyó en un testimonio personal de alguien que torturado, preso y exilado dice que es posible perdonar a quienes hicieron lo malo porque Cristo hace el milagro del perdón, en el corazón de quien quiere vivir el inmenso desafío de su palabra de vida, aquella que dice que amemos a nuestros enemigos: "Sé que es posible porque ese milagro, Él, lo hizo en mí. Por momento sentía que perdonar a aquellos que me habían hecho tanto mal era como traicionarme a mí mismo. Pero en un momento solté la palabra de perdón.
Recuerdo que mi Pastor me dijo: “Ahora has perdonado de palabra, en el tiempo perdonarás de corazón” Y así, tal cual, sucedió. No sé cómo, pero él sabía que sería así y sabía lo que pronunciar aquella frase me había costado. Como sabía que yo no estaba plenamente convencido de la veracidad de aquellas palabras. Todo aquello nuevo que me sucedía eran etapas que iba quemando y cosas que sucedería en el tiempo venidero, en un proceso imparable, sobre el cual yo, que siempre creí hacer mi voluntad, ya no tenía control."
Jorge González se mostró dispuesto a hablar con todas y todos y a contestar todas las preguntas. Y quedó disponible para ser invitado a cuanto lugar público o privado quiera recibirlo. Por eso gusta de dar su celular: 094.699.879. Sin duda que él es alguien que experimentó algo que cambiaría el mundo.
(*) Rodolfo Míguez es pastor de la Iglesia Metodista en el Uruguay (IMU) y responsable del Archivo Histórico de la IMU.
Fuente: Agencia de Noticias Prensa Ecuménica
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