martes, 21 de junio de 2011

DIOS ES AMOR - Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta

Homilía de monseñor Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia,
para el domingo de la Santísima Trinidad (19 de junio de 2011)

Jn 3, 16-18

I. “DIOS COMPASIVO Y BONDADOSO”

1. La solemnidad de hoy, dedicada a la Santísima Trinidad, nos lleva a asomarnos al misterio de Dios. ¿Grandioso? ¿Sublime? No hay palabra capaz de expresarlo. Cuando Moisés, en el desierto, le preguntó a Dios por su nombre, le respondió: “Yo soy el que soy” (Ex 3,14). Así se definió frente a los dioses egipcios, de los cuales la Biblia dice que “no son”: “Los ídolos son oro y plata, obra de las manos de los hombres. Tienen boca, pero no hablan, tienen ojos, pero no ven” (Sal 115,4-5).

2. Sin embargo, Dios no se contentó con ello. Quiso definirse, sobre todo, con relación a los hombres que, buscando la verdad y la felicidad, caemos en miles de yerros y pecados. Y se definió como “un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad” (Ex 34,6). Así leemos hoy en la primera lectura. ¡Cuánto bien nos haría aprender a leer el Antiguo Testamento, pues nos ayudaría a superar la imagen de un Dios malo, todavía divulgada.

II. “EL DIOS DEL AMOR Y DE LA PAZ”

3. La liturgia de hoy nos descubre el aspecto más conmovedor de Dios. San Pablo nos lo presenta como “el Dios del amor y de la paz”. Y concluye su segunda carta a los corintios augurándoles que “el amor de Dios”, junto con “la gracia del Señor Jesucristo… y la comunión del Espíritu Santo, permanezcan con todos ustedes” (2 Co 13,11.13). Al llamarlo así, el apóstol no hace un simple razonamiento sobre la esencia divina. Nos señala una realidad de la que él ha hecho una experiencia muy profunda: “El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado” (Rom 5,5). Según el apóstol, el amor de Dios no es un acto circunstancial que pasa. Se ha personificado en el Espíritu Santo. Y se ha manifestado en Jesucristo: “La prueba de que Dios nos ama es que Cristo murió por nosotros cuando todavía éramos pecadores” (v. 8). E insiste: “Tengo la certeza de que… ninguna criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom 8,38-39). La contemplación del Dios-Amor vuelve siempre en las cartas del apóstol: “Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir en Cristo” (Ef 2,4-5).

III. “DIOS AMÓ TANTO AL MUNDO…”

4. La revelación del Dios-Amor es como una ópera maravillosa, que tiene un “crescendo” desde el Antiguo Testamento, pasando por San Pablo y culminando en San Juan. El evangelista pone en labios de Jesús la consideración más consoladora sobre Dios: “Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no muera, sino que tenga Vida eterna” (Jn 3,16). No contento con ello, Juan, en su primera carta, vuelve a insistir que Dios, por medio de Jesucristo, nos manifiesta su amor a nosotros que somos pecadores: “Así nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él. Y este amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero y envió a su Hijo como víctima propiciatoria por nuestros pecados” (1 Jn 4,9-10).

5. En su carta Juan se extasía ante el amor que Dios nos tiene: “¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente” (1 Jn 3,1). Y de allí saca las consecuencias. Primero, en el plano teológico, definiendo a Dios de manera atrevida: “Dios es amor”. Y, consecuentemente, en el de la vida cristiana: “Queridos míos, amémonos los unos a los otros porque el amor procede de Dios, y el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn 4,7-8). Juan insiste sobre esta definición de Dios: “Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él. Dios es amor, y el que permanece en el amor permanece en Dios, y Dios permanece en él” (v. 16).

IV. “SI DIOS NOS AMÓ TANTO, TAMBIÉN NOSOTROS DEBEMOS AMARNOS”

6. Por lo visto, la del Dios-Amor no es una consideración circunstancial en el Nuevo Testamento. Hace a su esencia. Pero, como suelo repetir, Dios no revela nada sólo para que lo conozcamos. Sino para que creyendo de veras en su palabra, la abracemos con fe viva y la pongamos en práctica. Juan nos muestra el camino: “Queridos míos, si Dios nos amó tanto, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros” (1 Jn 4,12).

7. Se trata para los cristianos de tener un amor fundado en el amor de Dios por el hombre pecador. Por tanto, no sólo al amigo, sino al enemigo. Estamos llamados a diferenciarnos, como creyentes y como ciudadanos, de los que conocen sólo la ley del talión. Como enseña Jesús en el Sermón del Monte: “Ustedes han oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo. Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en cielo” (Mt 5,43-45).

1 comentario:

  1. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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