A casi las puertas de 2012 deseamos y te deseamos renovar la Esperanza
"Soy hombre de esperanza porque creo que Dios es
nuevo cada mañana. Porque creo que Él crea el mundo en
este mismo instante. No lo creó en un pasado lejano, ni
lo ha perdido de vista desde entonces. Lo crea ahora:
es preciso, pues, que estemos dispuestos a esperar lo
inesperado de Dios. Los caminos de la Providencia son
habitualmente sorprendentes. No somos prisioneros de
algún determinismo, ni de los sombríos pronósticos de
los sociólogos. Dios está aquí, cerca de nosotros,
imprevisible y amante.
Soy hombre de esperanza, y no por razones humanas o por
optimismo natural, sino simplemente, porque creo que el Espíritu
Santo actúa en la Iglesia y en el mundo, incluso allí donde es
ignorado.
Soy hombre de esperanza porque creo que el Espíritu Santo es
siempre Espíritu creador. Cada mañana da, al que sabe acoger,
una libertad fresca y una nueva provisión de gozo y de confianza.
Yo creo en las sorpresas del Espíritu Santo. El Concilio fue una,
y el Papa Juan también. Era algo que no esperábamos. ¿Quién
osaría decir que la imaginación y el amor de Dios se han agotado?
Esperar es un deber, no un lujo. Esperar no es soñar. Es el
medio de transformar los sueños en realidad. Felices los que
tienen la audacia de soñar y están dispuestos a pagar el precio
para que sus sueños puedan hacerse realidad en la historia de
los hombres."
(Card. Suenens, ¿Hacia un nuevo Pentecostés?, Bilbao, 1968).
Hacemos nuestras estas palabras y las actualizamos para nuestro tiempo y lugar en el mundo.
Equipo 70 veces 7
viernes, 30 de diciembre de 2011
martes, 27 de diciembre de 2011
Gracias 2011, Bienvenido 2012
“Entonces Pedro se acercó y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: “No digas siete veces, sino hasta setenta veces siete.” Mt. 16, 21-22
Estamos llegando al final de un nuevo año y nos hemos reunido quienes transitamos juntos este proyecto - que es realidad en camino - para evaluar el 2011 y pensar el próximo 2012.
Queremos reafirmar que este proyecto es como la luz de una vela, que aunque pequeña, alumbra. Es una llama que no enceguece, que a veces parece débil, pero que cumple la simple y bella misión de iluminar. Así lo entendemos y así lo vivimos día a día.
No desconocemos que en los tiempos históricos que estamos atravesando hay temas que no son ni propicios ni adecuados para establecer en la agenda inmediata de la vida nacional. Pero tenemos la conciencia de ser una voz que grita en el desierto como el Bautista, y no claudicamos en la esperanza de ser escuchados. Tanto mejor si, además, fuéramos bien interpretados y no sospechados; lo que somos es lo que mostramos, con nuestras limitaciones y nuestras mejores intenciones.
Hemos tendido y sostenido en este tiempo varios lazos que nos comunican: la página web, el blog, la inserción en las redes sociales mediante Facebook y Twitter. Una serie de encuentros de formación, de intercambio de ideas y de profundización en la historia de nuestro país, nos acercaron en forma personal.
Los que compartimos este espacio no agitamos banderas de ningún tipo, sino como lo decimos en forma clara y precisa en nuestro credo:
Creemos
Que no hay unas historias de sufrimiento para exponer y otras para esconder, aunque respetamos profundamente el derecho al resguardo de los relatos que sus protagonistas prefieran mantener en la intimidad.
Que tanto las relaciones personales como las sociopolíticas no deben seguir vertebrándose según el eje del poder y la violencia sino en torno a la contemplación del dolor desnudo e interpelante de quien sufre y a la práctica de la compasión activa, no un mero apenarse.
Que es necesario que cada uno haga su propia introspección y asuma sus responsabilidades en esta historia profundamente dolorosa que cercenó vidas y proyectos y, aun hoy, más de treinta años después, sigue reabriendo heridas profundas que, en algunos casos, el tiempo había comenzado a cicatrizar.
Que solo la verdad nos hace libres y permite caminar hacia delante. Y es profundamente sanador pasar de la culpa o del rencor destructores a la responsabilidad integradora.
Que es posible una espiritualidad de la apertura, del reconocimiento del otro y la inclusión respetuosa y tolerantemente activa – no indolente – de la diversidad.
Que solo el diálogo, el encuentro humano, el perdón y la reconciliación en el nivel que sea posible alcanzar mediante pactos, llevan hacia la paz.
No hay víctimas ni de primera, ni de segunda; ni una persona vale más que otra por sus títulos o condición social. Toda víctima de la violencia es un ser humano que sufre en su propio cuerpo, en su ser más profundo. La comunidad en la que se encuentra insertado produce la violencia y la padece al mismo tiempo. Por eso creemos importante como sociedad asumir y reparar las marcas que la violencia va dejando en cada uno.
Sufrimos como seres humanos la pérdida de amigos, familiares, conocidos. Por eso queremos “Ir - humilde y pacientemente – impregnando la cultura con la espiritualidad del perdón que trasciende las ideologías y los intereses sectoriales. En este sentido el perdón es una “virtud política” – según expresión de Hannah Arendt - que permite generar sociedades nuevas. Para hacernos cargo de nuestra responsabilidad ciudadana en un proceso de pacificación humilde y sustentable que reconstruya relaciones quebradas por la violencia y que genere espacios de convivencia, acuerdo, conformidad y armonía, mediante pactos.”
Este año sufrimos la pérdida de un amigo y un acompañante de excelsa calidad humana, el Padre Obispo Carmelo Giaquinta. Su Pascua nos produjo el dolor humano de ya no estar junto a él. Esto no ha menguado nuestras fuerzas, sino que nos sentimos sostenidos por su intercesión ante el Padre, alimentados en nuestra fe, siguiendo con entusiasmo y alegría. Monseñor Giaquinta se integró como un colaborador más a 70veces7, apoyó, acompañó, y hoy sigue intercediendo ante el Dios de la Vida. Así lo sentimos en cada uno de los pasos que vamos dando.
Tendemos nuestras manos a todos aquellos que quieran participar en pos de buscar el Perdón, la Reconciliación, la Verdad y la Justicia, unidas a la Misericordia
“No tenemos ni oro ni plata” sino la convicción que debemos construir una patria para todos y todas.
Como grupo humano tenemos nuestras caídas y debilidades. Sin embargo nos levantamos y seguimos entretejiendo lazos y reconstruyendo relaciones para sanar heridas que se produjeron a lo largo de los años y por obra de diversos actores en nuestra querida Argentina.
Un sincero agradecimiento a todos aquellos que con su presencia en los encuentros y también a través de correos, notas, llamados telefónicos, ofrecimiento de espacios de difusión, se hicieron presentes. Gracias por habernos brindado lugares para reunirnos, expresarnos, dialogar. Gracias a quienes nos regalaron sus saberes, algunos plasmados en notas que publicamos en la web. Gracias en especial por su tiempo que nos permitió seguir ensanchando el corazón de 70veces7.
El pluralismo y lo diverso es una característica de este espacio y de quienes lo integramos y lo vamos construyendo. Queremos seguir profundizando en esta línea, buscando la verdad, para lo cual primero debemos aceptarla, después vivirla y compartirla con todas las mujeres y hombres de buena voluntad. Por eso hemos expresado que: “Nuestro propósito es que 70 veces 7 sea un espacio macroecuménico, donde cada identidad se abra y se comparta, sin diluirse ni confundirse, en diálogo fecundo con el otro”.
En el 2012 seguiremos caminando, a nuestro ritmo, ni delante ni atrás de nadie, porque no somos iluminados ni perseguimos otro propósito más que “desplegar el proyecto paulatinamente, con objetivos específicos que respondan a las necesidades de las diferentes dimensiones humanas, teniendo en cuenta que consideramos al hombre como una unidad bio-psico-espiritual-social. Cuando herimos o somos heridos, el dolor afecta a toda la persona y a sus relaciones con el entorno.”
Nuestro andar es paso a paso, mano con mano, mirada con mirada, conscientes de que Jesús nos pide perdonar no una vez, sino 70veces7: siempre. Es un don que pedimos y también ofrecemos para todos aquellos que gratuitamente quieren tomarlo y ponerlo en práctica.
Deseamos que cada uno pueda culminar junto a sus seres queridos este año 2011 y que
renueve su corazón, su vida, su esperanza puesta en un 2012 que nos permita crecer no solamente como personas, sino como sociedad y comunidad que necesita sanar y curar heridas para no seguir desangrándose.
Equipo 70 veces 7
Estamos llegando al final de un nuevo año y nos hemos reunido quienes transitamos juntos este proyecto - que es realidad en camino - para evaluar el 2011 y pensar el próximo 2012.
Queremos reafirmar que este proyecto es como la luz de una vela, que aunque pequeña, alumbra. Es una llama que no enceguece, que a veces parece débil, pero que cumple la simple y bella misión de iluminar. Así lo entendemos y así lo vivimos día a día.
No desconocemos que en los tiempos históricos que estamos atravesando hay temas que no son ni propicios ni adecuados para establecer en la agenda inmediata de la vida nacional. Pero tenemos la conciencia de ser una voz que grita en el desierto como el Bautista, y no claudicamos en la esperanza de ser escuchados. Tanto mejor si, además, fuéramos bien interpretados y no sospechados; lo que somos es lo que mostramos, con nuestras limitaciones y nuestras mejores intenciones.
Hemos tendido y sostenido en este tiempo varios lazos que nos comunican: la página web, el blog, la inserción en las redes sociales mediante Facebook y Twitter. Una serie de encuentros de formación, de intercambio de ideas y de profundización en la historia de nuestro país, nos acercaron en forma personal.
Los que compartimos este espacio no agitamos banderas de ningún tipo, sino como lo decimos en forma clara y precisa en nuestro credo:
Creemos
Que no hay unas historias de sufrimiento para exponer y otras para esconder, aunque respetamos profundamente el derecho al resguardo de los relatos que sus protagonistas prefieran mantener en la intimidad.
Que tanto las relaciones personales como las sociopolíticas no deben seguir vertebrándose según el eje del poder y la violencia sino en torno a la contemplación del dolor desnudo e interpelante de quien sufre y a la práctica de la compasión activa, no un mero apenarse.
Que es necesario que cada uno haga su propia introspección y asuma sus responsabilidades en esta historia profundamente dolorosa que cercenó vidas y proyectos y, aun hoy, más de treinta años después, sigue reabriendo heridas profundas que, en algunos casos, el tiempo había comenzado a cicatrizar.
Que solo la verdad nos hace libres y permite caminar hacia delante. Y es profundamente sanador pasar de la culpa o del rencor destructores a la responsabilidad integradora.
Que es posible una espiritualidad de la apertura, del reconocimiento del otro y la inclusión respetuosa y tolerantemente activa – no indolente – de la diversidad.
Que solo el diálogo, el encuentro humano, el perdón y la reconciliación en el nivel que sea posible alcanzar mediante pactos, llevan hacia la paz.
No hay víctimas ni de primera, ni de segunda; ni una persona vale más que otra por sus títulos o condición social. Toda víctima de la violencia es un ser humano que sufre en su propio cuerpo, en su ser más profundo. La comunidad en la que se encuentra insertado produce la violencia y la padece al mismo tiempo. Por eso creemos importante como sociedad asumir y reparar las marcas que la violencia va dejando en cada uno.
Sufrimos como seres humanos la pérdida de amigos, familiares, conocidos. Por eso queremos “Ir - humilde y pacientemente – impregnando la cultura con la espiritualidad del perdón que trasciende las ideologías y los intereses sectoriales. En este sentido el perdón es una “virtud política” – según expresión de Hannah Arendt - que permite generar sociedades nuevas. Para hacernos cargo de nuestra responsabilidad ciudadana en un proceso de pacificación humilde y sustentable que reconstruya relaciones quebradas por la violencia y que genere espacios de convivencia, acuerdo, conformidad y armonía, mediante pactos.”
Este año sufrimos la pérdida de un amigo y un acompañante de excelsa calidad humana, el Padre Obispo Carmelo Giaquinta. Su Pascua nos produjo el dolor humano de ya no estar junto a él. Esto no ha menguado nuestras fuerzas, sino que nos sentimos sostenidos por su intercesión ante el Padre, alimentados en nuestra fe, siguiendo con entusiasmo y alegría. Monseñor Giaquinta se integró como un colaborador más a 70veces7, apoyó, acompañó, y hoy sigue intercediendo ante el Dios de la Vida. Así lo sentimos en cada uno de los pasos que vamos dando.
Tendemos nuestras manos a todos aquellos que quieran participar en pos de buscar el Perdón, la Reconciliación, la Verdad y la Justicia, unidas a la Misericordia
“No tenemos ni oro ni plata” sino la convicción que debemos construir una patria para todos y todas.
Como grupo humano tenemos nuestras caídas y debilidades. Sin embargo nos levantamos y seguimos entretejiendo lazos y reconstruyendo relaciones para sanar heridas que se produjeron a lo largo de los años y por obra de diversos actores en nuestra querida Argentina.
Un sincero agradecimiento a todos aquellos que con su presencia en los encuentros y también a través de correos, notas, llamados telefónicos, ofrecimiento de espacios de difusión, se hicieron presentes. Gracias por habernos brindado lugares para reunirnos, expresarnos, dialogar. Gracias a quienes nos regalaron sus saberes, algunos plasmados en notas que publicamos en la web. Gracias en especial por su tiempo que nos permitió seguir ensanchando el corazón de 70veces7.
El pluralismo y lo diverso es una característica de este espacio y de quienes lo integramos y lo vamos construyendo. Queremos seguir profundizando en esta línea, buscando la verdad, para lo cual primero debemos aceptarla, después vivirla y compartirla con todas las mujeres y hombres de buena voluntad. Por eso hemos expresado que: “Nuestro propósito es que 70 veces 7 sea un espacio macroecuménico, donde cada identidad se abra y se comparta, sin diluirse ni confundirse, en diálogo fecundo con el otro”.
En el 2012 seguiremos caminando, a nuestro ritmo, ni delante ni atrás de nadie, porque no somos iluminados ni perseguimos otro propósito más que “desplegar el proyecto paulatinamente, con objetivos específicos que respondan a las necesidades de las diferentes dimensiones humanas, teniendo en cuenta que consideramos al hombre como una unidad bio-psico-espiritual-social. Cuando herimos o somos heridos, el dolor afecta a toda la persona y a sus relaciones con el entorno.”
Nuestro andar es paso a paso, mano con mano, mirada con mirada, conscientes de que Jesús nos pide perdonar no una vez, sino 70veces7: siempre. Es un don que pedimos y también ofrecemos para todos aquellos que gratuitamente quieren tomarlo y ponerlo en práctica.
Deseamos que cada uno pueda culminar junto a sus seres queridos este año 2011 y que
renueve su corazón, su vida, su esperanza puesta en un 2012 que nos permita crecer no solamente como personas, sino como sociedad y comunidad que necesita sanar y curar heridas para no seguir desangrándose.
Equipo 70 veces 7
sábado, 24 de diciembre de 2011
LO SIENTO MUCHO: mía es la libertad
Cuenta la anécdota de un pesebre viviente que prepararía con entusiasmo un grupo parroquial de niños, en el decurso de todo un año. Recién era marzo y ya se había lanzado el asunto, pues sería magno y lustroso.
El Cura había predicado, no hacía muchos domingos, seguramente con motivo de la Cuaresma, sobre el desafío personal de revertir la crónica obstinación con que el hombre rechaza a Dios. A uno de los chicos le había impresionado eso, aunque sin entender mucho...
A la hora de repartir los roles del pesebre viviente —delicado asunto— las catequistas se enfrentaban al inevitable deseo de todos los niños por ligar un rol más notorio. Todos querían hacer de José o María, y si no, de Rey Mago, o de Ángel, o al menos de pastorcito.
El chico mencionado sabía que no le costaría mucho ligar el rol que le interesaba, pues no era en absoluto de los más codiciados. Se acercó a la catequista y le dijo: yo quiero ser uno de los tantos posaderos a los que san José va a golpear la puerta pidiendo alojamiento. Y se lo dieron sin pestañar, claro. Era una breve línea, acompañada de un ademán de negación: —“No señor, aquí no hay lugar.”
Durante meses y meses hubo arreglos, ensayos, ajustes, repasos de libreto, de entradas y salidas de escena, y este posadero, sin fallar jamás, cumplía con su parte: —“No señor, aquí no hay lugar” —repetía con aire parco, meneando la cabeza.
Y llegó la noche de la representación. El pueblo entero estaba frente al amplio atrio de la iglesia, donde en gran despliegue escénico, se iniciaba la función. Magna obra: casi cien actores, con esmerados atuendos, delante de una escenografía majestuosa. No era en absoluto una puesta menor. Hasta suntuosa banda sonora tenía, y solemne locutor que con voz en off acompañaba el devenir del relato, con acotaciones, un tanto trilladas, pero piadosas al fin.
Y ahí avanza por el escenario una hermosa niña haciendo de encinta, de la mano de su José, quien golpea puertas, hasta llegar a la puerta de nuestro mencionado posadero. José no debía decir nada allí, pues la voz del relator estaba en pleno ejercicio, contando del drama en cuestión. Pero cuando todos los actores, catequistas, feligreses y la historia misma del relato aguardaban la delgada línea prevista —“No señor, aquí no hay lugar”— ocurrió lo imprevisto: el chico abrió la puerta de par en par, y con voz muy firme y ademán muy cortés espetó: —pasen, pasen, ya mismo les preparo lugar para ambos. Yo dormiré afuera, con los animales: será para mi un honor que el niño nazca en mi propia cama.
Y no conforme con ello, ante la mirada confundida de los jóvenes esposos, el mascullar del público y las grandes señas que le hacían las apuntadoras desde el foso, se arrodilló ante ambos y besando la almohadonada panza de la niña que hacía de María, completa su inédito libreto: —mía es la libertad para reescribir la historia y modificarla para siempre. El Niño, esta vez, nacerá en mi casa. Lo siento mucho.
Autor desconocido por esta redacción
El Cura había predicado, no hacía muchos domingos, seguramente con motivo de la Cuaresma, sobre el desafío personal de revertir la crónica obstinación con que el hombre rechaza a Dios. A uno de los chicos le había impresionado eso, aunque sin entender mucho...
A la hora de repartir los roles del pesebre viviente —delicado asunto— las catequistas se enfrentaban al inevitable deseo de todos los niños por ligar un rol más notorio. Todos querían hacer de José o María, y si no, de Rey Mago, o de Ángel, o al menos de pastorcito.
El chico mencionado sabía que no le costaría mucho ligar el rol que le interesaba, pues no era en absoluto de los más codiciados. Se acercó a la catequista y le dijo: yo quiero ser uno de los tantos posaderos a los que san José va a golpear la puerta pidiendo alojamiento. Y se lo dieron sin pestañar, claro. Era una breve línea, acompañada de un ademán de negación: —“No señor, aquí no hay lugar.”
Durante meses y meses hubo arreglos, ensayos, ajustes, repasos de libreto, de entradas y salidas de escena, y este posadero, sin fallar jamás, cumplía con su parte: —“No señor, aquí no hay lugar” —repetía con aire parco, meneando la cabeza.
Y llegó la noche de la representación. El pueblo entero estaba frente al amplio atrio de la iglesia, donde en gran despliegue escénico, se iniciaba la función. Magna obra: casi cien actores, con esmerados atuendos, delante de una escenografía majestuosa. No era en absoluto una puesta menor. Hasta suntuosa banda sonora tenía, y solemne locutor que con voz en off acompañaba el devenir del relato, con acotaciones, un tanto trilladas, pero piadosas al fin.
Y ahí avanza por el escenario una hermosa niña haciendo de encinta, de la mano de su José, quien golpea puertas, hasta llegar a la puerta de nuestro mencionado posadero. José no debía decir nada allí, pues la voz del relator estaba en pleno ejercicio, contando del drama en cuestión. Pero cuando todos los actores, catequistas, feligreses y la historia misma del relato aguardaban la delgada línea prevista —“No señor, aquí no hay lugar”— ocurrió lo imprevisto: el chico abrió la puerta de par en par, y con voz muy firme y ademán muy cortés espetó: —pasen, pasen, ya mismo les preparo lugar para ambos. Yo dormiré afuera, con los animales: será para mi un honor que el niño nazca en mi propia cama.
Y no conforme con ello, ante la mirada confundida de los jóvenes esposos, el mascullar del público y las grandes señas que le hacían las apuntadoras desde el foso, se arrodilló ante ambos y besando la almohadonada panza de la niña que hacía de María, completa su inédito libreto: —mía es la libertad para reescribir la historia y modificarla para siempre. El Niño, esta vez, nacerá en mi casa. Lo siento mucho.
Autor desconocido por esta redacción
¡Una fecunda Navidad para todos!
“Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”
Dios mostró su Rostro y su Proyecto de Amor y Salvación en Jesús, el Cristo.
Sabemos que Él vino “a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”
En estos días lo celebramos de manera especial, contemplando la ternura del Niño Dios en brazos de la Madre.
Ahora sabemos que Le podemos encontrar en los más pequeños, en la Creación entera que gime con dolores de parto...
Que la Palabra se siga haciendo carne entre nosotros
Que seamos testimonio de Su Venida y de Su Mensaje
Que los pesares devengan esperanzas
Que con alegría cantemos las Bienaventuranzas del Reino
Hasta que el Amor y la Verdad se encuentren, la Justicia y la Paz se abracen…
En la Fe, la Esperanza y la Caridad, los saludamos en esta Navidad
Proyecto 70 veces 7
Dios mostró su Rostro y su Proyecto de Amor y Salvación en Jesús, el Cristo.
Sabemos que Él vino “a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”
En estos días lo celebramos de manera especial, contemplando la ternura del Niño Dios en brazos de la Madre.
Ahora sabemos que Le podemos encontrar en los más pequeños, en la Creación entera que gime con dolores de parto...
Que la Palabra se siga haciendo carne entre nosotros
Que seamos testimonio de Su Venida y de Su Mensaje
Que los pesares devengan esperanzas
Que con alegría cantemos las Bienaventuranzas del Reino
Hasta que el Amor y la Verdad se encuentren, la Justicia y la Paz se abracen…
En la Fe, la Esperanza y la Caridad, los saludamos en esta Navidad
Proyecto 70 veces 7
jueves, 22 de diciembre de 2011
1974 – 2011, 22 de Diciembre
Hace 37 años moría un hombre de 41 años, padre de 7 hijos, como consecuencia de un ataque armado cuando salía de misa con su familia. Se llamaba Carlos Alberto Sacheri.
La acción se atribuyó al ERP 22 de agosto. Aunque otros la adjudicaron a la Triple A.
La causa – y aquí parece no haber dudas sino diferencias valorativas según sea quien opina – fue su prédica identificada con el nacionalismo católico y su denuncia de la infiltración del marxismo en la iglesia católica romana.
Hubiera sido bueno poder discutir con Carlos sus ideas, sus intuiciones, durante todos estos años transcurridos. Hubiera sido tan bueno como poder hacerlo con otros que perdieron la vida arrebatada por la violencia de los 70 que sembró la muerte en todos los campos ideológicos, y aun entre otros ajenos a las ideologías, incluso niños muy pequeños.
Víctimas…victimarios…agredidos…agresores…ofendidos…ofensores…triste balance en el que las identidades se difuminan porque hay víctimas que han sido victimarios, y victimarios que han sido víctimas, en esas vueltas que tienen la historia y la política, y en la subjetividad de la memoria.
De cualquier modo, uno es el nivel social de la discusión o de la investigación, y otro el delicado ámbito de lo personal, de la intimidad.
José María, el hijo mayor de Carlos y miembro de 70 veces 7, merece este recuerdo de su padre. Lo merece por su sufrimiento y por su compromiso con el perdón que es signo de confianza en la vida y de su fe en Dios. Hace un tiempo él relataba:
”Recuerdo que en el Hospital de San Isidro, en esa hora y media de sus últimos alientos que recuerdo con tanta nitidez, salió un médico para ir preparándonos, aunque a mis 14 años no la vi venir, y nos dijo ‘Miren que si sobrevive va a quedar muy mal’. Como en ese verano del 75 íbamos a ir al campo en Corrientes, me imaginé llevándolo por todos lados en silla de ruedas. Especialmente recuerdo una imagen que me fabriqué llevándolo en medio de un trigal auque en Corrientes no había trigales. Con todo lo que eso implica yo lo hubiese preferido vivo, postrado pero vivo”
Christian de Chergé, monje trapense asesinado en Argelia, dejó su testamento espiritual que ilumina también esta memoria dolorosa:
Si me sucediera un día –y ese día podría ser hoy- ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento a todos (…) yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia, recuerden que mi vida estaba entregada a Dios y a este país.
Que ellos acepten que el único Maestro de toda vida no podría permanecer ajeno a esta partida brutal. Que recen por mí.
¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda? Que sepan asociar esta muerte a tantas otras tan violentas y abandonadas en la indiferencia del anonimato.
Mi vida no tiene más valor que otra vida. Tampoco tiene menos.
Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez que me permita pedir el perdón de Dios y el de mis hermanos los hombres, y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido"
Hay una belleza que el latín medieval expresó con el término bonicellum, “pequeño bien”. Es la belleza del amor crucificado, del don de sí mismo hasta el final. Es la belleza de creer en el bien y en el amor, no obstante todo y contra todo. Es la belleza de perdonar al enemigo, de presentar la otra mejilla al violento, de dar la vida por el otro. Es la belleza del que ama también a quien no lo ama o a quien no ama a nadie. Es la belleza que salva, que es la única salvación por la que vale la pena vivir y empeñarse. Es la belleza del exceso de amor. De este “pequeño bien” de este bien humilde y cotidiano que se pierde en la noche del servicio al prójimo, el mundo tiene necesidad hoy como nunca antes. Que Dios nos modele para ser instrumentos de su Paz.
Rezamos por Usted, Carlos, y por todos los muertos: los amados y aquellos a los que nos cuesta amar. Sabemos que está vivo en el presente eterno de Dios. Sabemos que escucha, cuida y ama. Háblele a Dios de su familia, háblele de nosotros, pídale por nuestro “pequeño bien”…
La acción se atribuyó al ERP 22 de agosto. Aunque otros la adjudicaron a la Triple A.
La causa – y aquí parece no haber dudas sino diferencias valorativas según sea quien opina – fue su prédica identificada con el nacionalismo católico y su denuncia de la infiltración del marxismo en la iglesia católica romana.
Hubiera sido bueno poder discutir con Carlos sus ideas, sus intuiciones, durante todos estos años transcurridos. Hubiera sido tan bueno como poder hacerlo con otros que perdieron la vida arrebatada por la violencia de los 70 que sembró la muerte en todos los campos ideológicos, y aun entre otros ajenos a las ideologías, incluso niños muy pequeños.
Víctimas…victimarios…agredidos…agresores…ofendidos…ofensores…triste balance en el que las identidades se difuminan porque hay víctimas que han sido victimarios, y victimarios que han sido víctimas, en esas vueltas que tienen la historia y la política, y en la subjetividad de la memoria.
De cualquier modo, uno es el nivel social de la discusión o de la investigación, y otro el delicado ámbito de lo personal, de la intimidad.
José María, el hijo mayor de Carlos y miembro de 70 veces 7, merece este recuerdo de su padre. Lo merece por su sufrimiento y por su compromiso con el perdón que es signo de confianza en la vida y de su fe en Dios. Hace un tiempo él relataba:
”Recuerdo que en el Hospital de San Isidro, en esa hora y media de sus últimos alientos que recuerdo con tanta nitidez, salió un médico para ir preparándonos, aunque a mis 14 años no la vi venir, y nos dijo ‘Miren que si sobrevive va a quedar muy mal’. Como en ese verano del 75 íbamos a ir al campo en Corrientes, me imaginé llevándolo por todos lados en silla de ruedas. Especialmente recuerdo una imagen que me fabriqué llevándolo en medio de un trigal auque en Corrientes no había trigales. Con todo lo que eso implica yo lo hubiese preferido vivo, postrado pero vivo”
Christian de Chergé, monje trapense asesinado en Argelia, dejó su testamento espiritual que ilumina también esta memoria dolorosa:
Si me sucediera un día –y ese día podría ser hoy- ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento a todos (…) yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia, recuerden que mi vida estaba entregada a Dios y a este país.
Que ellos acepten que el único Maestro de toda vida no podría permanecer ajeno a esta partida brutal. Que recen por mí.
¿Cómo podría yo ser hallado digno de tal ofrenda? Que sepan asociar esta muerte a tantas otras tan violentas y abandonadas en la indiferencia del anonimato.
Mi vida no tiene más valor que otra vida. Tampoco tiene menos.
Desearía, llegado el momento, tener ese instante de lucidez que me permita pedir el perdón de Dios y el de mis hermanos los hombres, y perdonar, al mismo tiempo, de todo corazón, a quien me hubiera herido"
Hay una belleza que el latín medieval expresó con el término bonicellum, “pequeño bien”. Es la belleza del amor crucificado, del don de sí mismo hasta el final. Es la belleza de creer en el bien y en el amor, no obstante todo y contra todo. Es la belleza de perdonar al enemigo, de presentar la otra mejilla al violento, de dar la vida por el otro. Es la belleza del que ama también a quien no lo ama o a quien no ama a nadie. Es la belleza que salva, que es la única salvación por la que vale la pena vivir y empeñarse. Es la belleza del exceso de amor. De este “pequeño bien” de este bien humilde y cotidiano que se pierde en la noche del servicio al prójimo, el mundo tiene necesidad hoy como nunca antes. Que Dios nos modele para ser instrumentos de su Paz.
Rezamos por Usted, Carlos, y por todos los muertos: los amados y aquellos a los que nos cuesta amar. Sabemos que está vivo en el presente eterno de Dios. Sabemos que escucha, cuida y ama. Háblele a Dios de su familia, háblele de nosotros, pídale por nuestro “pequeño bien”…
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Cantando Nuestra Esperanza: El alfarero
Cantando Nuestra Esperanza: El alfarero: (Ver video aquí) "El Señor dirigió esta palabra a Jeremías: - Baja en seguida a la casa del alfarero; allí te comunicaré mi palabra. Baj...
viernes, 16 de diciembre de 2011
jueves, 15 de diciembre de 2011
Estamos a tiempo.
Cada vez que llegamos al fin de un año, tendemos a hacer el balance anual. Esto que recibí hoy no es para sonreir sino para ponerse serios y pensar que todavía estamos a tiempo, aunque no sabemos con cuánto contamos. "No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas..." dijo don Walt Whitman
Esta bitácora recoge un artículo escrito por Bonnie Ware, una mujer que durante muchos años ha trabajado en una unidad de cuidados paliativos, atendiendo a enfermos terminales. Su trabajo, titulado “Regrets of the dying“, algo así como “Los lamentos de los moribundos”, recoge los cinco motivos más comunes de arrepentimiento de aquellos que están a punto de morir y que se ha encontrado a lo largo de su vida:
1.-"Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí": Se trata del lamento más habitual de todo, ya que al hacer balance de su vida muchas personas descubren que no han llegado a cumplir una mínima parte de sus sueños. En muchas ocasiones, esto se debe a que optaron por hacer lo que creían que debían hacer, en lugar de lo que realmente querían.
2.-"Desearía no haber trabajado tan duro": Es el lamento más frecuente entre los pacientes que desearían haber pasado más tiempo junto a su familia, junto a sus hijos, en lugar de en su puesto de trabajo.
3.-"Desearía haber tenido el coraje para expresar mis sentimientos": Aquellos que reprimieron sus sentimientos para no enfrentarse a quienes los rodeaban se lamentan de haberse conformado con vivir una existencia mediocre y amargada, en la que no eran ellos mismos.
4.-"Desearía haberme mantenido en contacto con mis amigos": Al igual que muchas personas se arrepienten de haber descuidado a sus familias, es muy frecuente lamentar no haber cuidado lo suficiente de aquellas amistades verdaderamente importantes. Lamentablemente, cuando se está muy cerca de la muerte es imposible recuperar el tiempo perdido.
5.-"Desearía haberme permitido ser más feliz": Se trata de un reproche sorprendentemente común que se hacen aquellas personas que prefirieron engañarse a sí mismos y continuar con unas existencias en las que ya no eran felices, en lugar de enfrentarse a su miedo a cambiar de vida.
Para quien está en su lecho de muerte, hacer balance sin pensar en lo que los demás puedan pensar de él, puede resultar un ejercicio muy frustrante. Para todos los que todavía están a tiempo de cambiar sus vidas, puede ser una buena forma de corregir lo necesario para, llegado el momento, morir satisfechos con su existencia.
Aprovecha el día.
No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte, que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario...
No dejes de creer que las palabras y la poesía, sí pueden cambiar al mundo; porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de pasión, la vida es desierto y es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa. Y tú puedes aportar una estrofa...
No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes, huye...
"Yo emito mi alarido por los tejados de este mundo", dice el poeta;
valora la belleza de las cosas simples, se puede hacer poesía sobre las pequeñas cosas.
No traiciones tus creencias, todos merecemos ser aceptados.
No podemos remar en contra de nosotros mismos, eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridades.
Piensa que en ti está el futuro, y asume la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte. Las experiencias de quienes se alimentaron de nuestros "Poetas Muertos", te ayudarán a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros, los "Poetas Vivos".
No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas...
Esta bitácora recoge un artículo escrito por Bonnie Ware, una mujer que durante muchos años ha trabajado en una unidad de cuidados paliativos, atendiendo a enfermos terminales. Su trabajo, titulado “Regrets of the dying“, algo así como “Los lamentos de los moribundos”, recoge los cinco motivos más comunes de arrepentimiento de aquellos que están a punto de morir y que se ha encontrado a lo largo de su vida:
1.-"Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida fiel a mí mismo, no la vida que otros esperaban de mí": Se trata del lamento más habitual de todo, ya que al hacer balance de su vida muchas personas descubren que no han llegado a cumplir una mínima parte de sus sueños. En muchas ocasiones, esto se debe a que optaron por hacer lo que creían que debían hacer, en lugar de lo que realmente querían.
2.-"Desearía no haber trabajado tan duro": Es el lamento más frecuente entre los pacientes que desearían haber pasado más tiempo junto a su familia, junto a sus hijos, en lugar de en su puesto de trabajo.
3.-"Desearía haber tenido el coraje para expresar mis sentimientos": Aquellos que reprimieron sus sentimientos para no enfrentarse a quienes los rodeaban se lamentan de haberse conformado con vivir una existencia mediocre y amargada, en la que no eran ellos mismos.
4.-"Desearía haberme mantenido en contacto con mis amigos": Al igual que muchas personas se arrepienten de haber descuidado a sus familias, es muy frecuente lamentar no haber cuidado lo suficiente de aquellas amistades verdaderamente importantes. Lamentablemente, cuando se está muy cerca de la muerte es imposible recuperar el tiempo perdido.
5.-"Desearía haberme permitido ser más feliz": Se trata de un reproche sorprendentemente común que se hacen aquellas personas que prefirieron engañarse a sí mismos y continuar con unas existencias en las que ya no eran felices, en lugar de enfrentarse a su miedo a cambiar de vida.
Para quien está en su lecho de muerte, hacer balance sin pensar en lo que los demás puedan pensar de él, puede resultar un ejercicio muy frustrante. Para todos los que todavía están a tiempo de cambiar sus vidas, puede ser una buena forma de corregir lo necesario para, llegado el momento, morir satisfechos con su existencia.
Aprovecha el día.
No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte, que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario...
No dejes de creer que las palabras y la poesía, sí pueden cambiar al mundo; porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de pasión, la vida es desierto y es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa. Y tú puedes aportar una estrofa...
No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes, huye...
"Yo emito mi alarido por los tejados de este mundo", dice el poeta;
valora la belleza de las cosas simples, se puede hacer poesía sobre las pequeñas cosas.
No traiciones tus creencias, todos merecemos ser aceptados.
No podemos remar en contra de nosotros mismos, eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridades.
Piensa que en ti está el futuro, y asume la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte. Las experiencias de quienes se alimentaron de nuestros "Poetas Muertos", te ayudarán a caminar por la vida.
La sociedad de hoy somos nosotros, los "Poetas Vivos".
No permitas que la vida te pase a ti, sin que tú la vivas...
domingo, 11 de diciembre de 2011
Después del 55, por Rodolfo López
La revolución de 1955 -que derrocó a Perón- despertó alegría en muchas personas, para mi papá en cambio fue el comienzo de largos años de luto. Yo ignoraba esa amargura hasta que una tarde -en 1957, tenía 7 años- la compartió conmigo. Lo acompañé como otras veces a la despensa del club de que era bufetero, depósito de mercaderías (el tesoro) que yo acomodaba con él en grandes estantes (era optimista creía que éramos empresarios), cuando en un gesto me indicó que prestara atención. Detrás de un escritorio donde guardaba precarios registros de contabilidad que le eran hostiles yacían escondidos dos grandes cuadros: los extrajo, les sacó el polvo, los puso frente a mí. El general Perón montaba un caballo blanco y oteaba el horizonte. La bella señora sonreía, ataviada con tapado de piel, aros y collar de perlas. El secreto, revelado así, despertó mi solidaridad con papá en asunto que debía ocultar por grave y oscuro motivo, pero las figuras en los cuadros permanecieron lejanas, las vi, por los ojos de papá con respeto, además, con desconfianza y temor. El antiperonismo leve de mi madre (familia isleña, radicalismo antiguo) jugó entonces papel en mi capacidad de comprensión. Palabras que ella decía habitualmente –parecían destinadas sólo a pelear con papá- de pronto adquirieron sentido amplio, regusto amargo. Menos me importaron, parado allí, comentarios de socios del club que recordé enseguida, que elogiaban a la Inglaterra imperial -socios a quienes mi papá insultaba por lo bajo, con voz suficiente para que lo escuchara- (los hijos fuimos para papá depositarios de su frustración), porque esos tipos comparados con mi viejo no eran nadie. Pero el mundo se había partido en dos pedazos: los cuadros no se ocultaban sólo a los socios del club sino también, fundamentalmente, a mamá, con pudor, con impotencia, con resignación; no estaban guardados en nuestra casa no eran secreto familiar que la pudiese unir. De un lado del mundo quedó mi papá, su soledad, dos amigos peronistas a quienes visitaba de vez en cuando -me llevaba con él-, las charlas que ellos mantenían sobre el nostálgico pasado, que confirmaban su identidad peronista (de las que fui testigo infantil) y del otro lado del mundo quedó mi mamá, mis dos hermanas mayores, lo demás. Aquella grieta me permitió atisbar cuando era niño -en pasado reciente, en incierto futuro- abismos de odio y consecuencias aún por venir. Corrió por ella sangre querida hasta hoy, no termina de cerrar corre peligro de abrirse; me remite -por necesidad de entender- al momento en que prometí lealtad a mis padres, amados, honestos y laboriosos. ——————————— 1955 no significo quiebre económico para nuestra familia, por el contrario. Papá cambió de club -y cantina- en Tigre, acompañado por mamá que lo ayudaba (yo lo haría), y fue recibido en el nuevo destino con salones llenos de clientes; nos proporcionaron allí una vivienda que ocupamos hasta 1965. El quiebre de mi papá tenía otros motivos. Antes había cedido en “amistoso alquiler” nuestra casa de San Fernando: (Construida con esfuerzo en 1950, fruto del peronismo, financiada por el Banco Hipotecario esa casa -disfrutada apenas- fue insólitamente entregada a “compañero peronista” que la devolvió no en 6 meses -así fue acordado- sino 12 años después en ruinas -Burla1º-, exigiendo y cobrando suculenta indemnización -Burla 2º-. Se amparó en ley de alquileres peronista -Burla 3º-, en vigencia, promulgada en segundo mandato por inflación creciente al desaparecer extraordinaria prosperidad de posguerra -Burla 4º-) Al tratar de entender aquel acto absurdo, cuyo origen no recuerdo sí sus amargas consecuencias, he pensado que mi viejo decidió dar vuelta de página a 1955 -reciente o próximo no lo sé-. Reparó de ese modo a su líder, incomprendido o injustamente derrocado -de quien era deudor- y devolvió el favor recibido de manera autodestructiva leal: dio “la vida por Perón”, como fue pedido entonces, como lo sería -dramáticamente- después. Y aunque los nuevos años en Tigre parecían alegres y auspiciosos para la gastronomía, y yo me permitía imaginar que papá abría su propio bar o un restaurante (ingenuos sueños) y que la empresa de simbólica unión familiar progresaba, eso nunca ocurrió. El camino del progreso se había roto para mi padre, la disolución de la familia estaba en marcha y mis hermanas -izquierdistas precoces- eran extrañas al club. Reproches de su mujer (mi mamá), indiferencia de hijas, clientes ávidos que reclamaban a toda hora atención eran el panorama de mi viejo en 1960, cuando yo tenía 10 y él 48 años (me hubiera gustado ayudarlo más); serena antesala de los ´70. Entonces mis hermanas que nunca fueron peronistas reivindicaron a Perón furiosamente (no era necesario, gobernaría poco después, incluso a pesar de ellas) paradoja de ese tiempo miserable: acaso por necesidad de acercarse a papá de quien se habían distanciado y de compensar nuestro despojo mediante símbolo que a él las uniera. Distintas utopías de la época (fueron varias: ingenuos, ambiciosos o perversos sueños) tuvieron el mismo desenlace: Escarmiento. Tronaría la terrible amenaza de Perón anunciada en Plaza de Mayo (Burla 5º). Y sería llevada a cabo con crueldad por “compañeros peronistas” (Burla 6º). Luego -recién-, militares completaron ilegal minucioso exterminio regodeándose, y pudieron exhibir en su favor decreto presidencial de Isabel que los “autorizaría” (Burla 7º). Máscara de odio cubría el rostro del líder agonizante al jurar venganza; al morir le sobrevivieron efectivamente sus deseos y también un desconocido mal peronista, hiperinflación de “Rodrigazo” (Burla 8º). (En los noventa, el peronismo que privatizó Los Recursos Naturales, y todo aquello que Perón alguna vez estatizó, constituiría una enorme Burla 9º). Ni entonces -ni nunca- pude objetar el vínculo que unía a mi padre con Perón o Eva, ambos de naturaleza mística, objeciones irreverentes frívolas. Al describir adulto al peronismo, movimiento político, monstruo de varias cabezas, que engendró amor o muerte -protegió y asesinó-, los he dejado a salvo. En resguardo de la memoria de papá y de mi identidad heredada de él. Pero frases “ética peronista” o “autoridad moral” (Burla 10º) no debieron repetirse. Siendo probable que el peronismo no sea partido -ni movimiento- sino rostro desmesurado abismal de única Argentina fuera de sí; proyección de oscuros fantasmas de resentimientos junto a bondad altruista. (Países milenarios que se asomaron a tales honduras no quisieron -por su bien- verlas después). En Argentina hoy la líder vuelve al pasado (no es necesario). Gobierna con personales dádivas a pobres (deudores nuevos sin casa propia -Burla 11- ), equivalentes símbolos (movimiento), culto a su personalidad y de esposo (cuadros de ambos), denuncia enemigos acérrimos (nuevos gorilas), hace bandera de división, y descansa en hechos lamentables y sangrientos invocando terrores profundos, grandes dolores (Burlas 12º y 13º). Sin saber que en 1972, cuando Perón regresó al país victorioso, en medio de gran euforia popular mis padres se reconciliaron -habían recuperado además nuestra casa- (siguieron así hasta 1992 año en que papá se suicidó), y entonces acompañé a mi madre a colmada calle Gaspar Campos, vimos al general e Isabel saludar, y corrimos a dar la buena nueva a mi viejo que, en cama enfermo, aguardaba noticias ansioso. Simpática postal (una en millones, posamos varios), ingenuos sueños, ¿sirvió para impedir la Gran Tragedia? Secuelas de Odio y de División, ¿Deben desde el poder alimentarse? Monstruo de varias cabezas insatisfecho -peronista y argentino-, ¿no pagará mezquina comida con violencia, vieja Burla renovada? ¿Lo calmaría tardío abrazo del líder al opositor?
Rodolfo López, Octubre de 2011.
Fuente: Pan Rayado, el blog de Tomás Abraham. Publicado:11 de diciembre de 2011
Rodolfo López, Octubre de 2011.
Fuente: Pan Rayado, el blog de Tomás Abraham. Publicado:11 de diciembre de 2011
viernes, 9 de diciembre de 2011
Usos y abusos de la memoria - Resti Moreno Ortega, cp
En el contexto de la estructura de la interioridad del ser humano se dan cita las facultades de la memoria, de la voluntad, de la inteligencia y de la imaginación. Todas estas facultades están conectadas unas con otras; no se entienden aisladas, pues el ser humano es un todo unido y compacto. Así, por ejemplo, en la memoria hay un orden; en cambio, la imaginación se desarrolla sobre materiales de la memoria, pero los caotiza y los vuelve a ordenar de otro modo. Pues la imaginación tiene la finalidad, no sólo de conservar y ordenar los materiales de la memoria, sino sobre todo construir mundos alternativos que mitiguen la crudeza de la vida cotidiana. La imaginación, como desorden y orden, tiene como finalidad promover mundos alternativos.
La memoria, en cambio, es un elemento clave para poder construir la identidad personal. Cada “yo” representa una historia particular. En este caso, la memoria se vuelve esencial para poder responder a la pregunta “¿quién soy?” A la vez, la memoria tiene carácter aleccionador; toma nota de los errores o episodios graves y aprende de ellos: si son experiencias placenteras para el yo personal, para repetirlas si así lo desea; si se trata de experiencias desafortunadas, para evitarlas igualmente. El problema surge cuando nos preguntamos: ¿por qué seguimos cayendo en los mismos errores y caídas de todo tipo, si ya contamos con experiencias precedentes? En este caso, la memoria personal se sabe aplicar mejor la lección, es más aleccionadora que la memoria colectiva, que tiene más bien la función correctora. Por eso tiene tanta importancia el diálogo intergeneracional y el diálogo entre los diferentes grupos culturales. De cualquier manera, resulta difícil asumir la memoria del “otro”, en aquello que tiene de aleccionador o de “experiencia”, pues cada cual quiere ser artífice de su propio destino, e incluso tiene derecho a equivocarse por haber elegido su camino individual.
La memoria tiene una función emocional. Recuerda un episodio de su vida pasada, y se conmociona todo su ser, se aceleran todas las funciones de su organismo. Esto demuestra que la memoria no es aséptica ni imparcial. ¿Cómo narrar lo que me sucedió si cuando lo cuento estoy siendo afectado emocionalmente? ¿Qué grado de credibilidad tendrá este relato? Otro hecho corroborativo: ¿por qué no se hablan las personas de dos grupos antagónicos después de décadas de haber acontecido el suceso que generó el desencuentro? Y, cuando se trata de dos culturas, la de los vencedores y la de los vencidos, ¿por qué se sigue alimentando el rencor de los vencidos, así hayan pasado cientos de años del hecho en discordia? ¿Cómo evitar que lo “negativo” del pasado siga contaminando a las personas del presente? En esto tienen mucho que ver las políticas “educativas” vigentes. Cuando el problema es positivo, se mitifica y no pasa a más; la gravedad del asunto es cuando la “memoria” está herida. Sucede en este caso que no tenemos un dominio real sobre la memoria, tanto la personal como la colectiva. Al no tener soberanía sobre la memoria personal, puede suceder que queramos recordar algunas cosas importantes y no podamos, u olvidar ciertos episodios, por demás dolorosos, y tampoco podamos.
Es frecuente, también, ver cómo se tiende a magnificar la memoria, tanto a nivel personal como colectivo. Al respecto, observamos la ampulosidad de muchas personas grandilocuentes y rimbombantes, sobre todo, de ciertos profesionales que inundan las paredes de su despacho de las “batallitas” ganadas enmarcadas en un cuadro, o la exhibición de ciertos curriculum vitae profesionales. Por estos ejemplos nos damos cuenta que el uso que hacemos de la memoria es caprichosa: ponemos lo que queremos y expurgamos de nuestra historia personal aquello que podría sonrojarnos ante los demás. Creemos que podemos administrar la memoria a nuestro antojo, pero otras veces nos domina y nos delata. A nivel colectivo, sucede algo parecido pero la magnificación se dispara: Por ejemplo, ¿quién escribe la historia? Generalmente los vencedores y los que detentan el poder económico, político y mediático. La historia de los “vencidos” no tiene relevancia, al catalogársela como subversiva o poco realista. Interesante, también, es la siguiente pregunta: ¿qué historia tiene que saber un niño en la escuela? ¿Quién escribe esa historia? ¿Cómo sería una educación desde la mirada de las víctimas? ¿Por qué se manipula tan fácilmente a los niños en este caso cuando sabemos que estos contenidos van a tener consecuencias incalculables? En las supuestas “democracias occidentales”, ¿la historia “contada” será diferente dependiendo del partido que esté en el poder? Sabemos que un relato histórico tiene una gran capacidad para promover sentimientos y levantar pasiones de alta tensión.
Una última cuestión es cómo sanar la memoria, tanto a nivel personal como a nivel colectivo. Nos parece que quienes más han avanzado en este terreno son los famosos libros de “autoayuda”; también, la psicología y la religión; ésta última siempre ha tenido presente este aspecto de la realidad humana, aunque no lo haya logrado en más de una ocasión por haber puesto el empeño en un voluntarismo nefasto. La sanación de la memoria nos lleva directo a la cuestión del perdón. Si a nivel personal e interpersonal es difícil, a nivel de grupos y culturas aún es mucho más difícil un perdón que lleve a renacer de nuevo. Por ejemplo, ¿qué tienen que hacer con la memoria las víctimas? ¿Cómo hacer para que la memoria, personal e histórica, no se convierta en obstáculo y freno para avanzar hacia el futuro? Todo, o cualquier cosa, menos la amnesia.
Pareciera que los mejores teóricos sobre este asunto, Paul Ricoeur y Tzvetan Todorov, han avanzado mucho en este campo, pero no tienen las cosas tan claras. Tzvetan Todorov, en su llamativo librito Los abusos de la memoria, hace una crítica demoledora de los usos y abusos que se han cometido con la “memoria colectiva” en la cultura occidental: la memoria se ha suprimido en muchos casos, o bien se ha maquillado o transformado. “Arrojados a un consumo cada vez más rápido de información, nos inclinaríamos a prescindir de ésta [la memoria] de manera no menos acelerada; separados de nuestras tradiciones, embrutecidos por las exigencias de una sociedad del ocio y desprovistos de curiosidad espiritual así como de familiaridad con las grandes obras del pasado, estaríamos condenados a festejar alegremente el olvido y a contentarnos con los vanos placeres del instante. En tal caso, la memoria estaría amenazada, ya no por la supresión de información sino por su sobreabundancia”
Para la recuperación de la memoria, en la sociedad occidental, el recurso a la memoria y al pasado está siendo sustituido por el que se origina a partir del consentimiento y de la elección de la mayoría. Es así como la memoria ha sido destronada. Tanto en la ciencia como en el arte occidental la memoria ha perdido muchas de sus prerrogativas. Se sigue anteponiendo la libertad a la memoria.
Si nos fijamos en Paul Ricoeur, el objetivo de su propuesta es que no exista una subordinación entre la memoria y la historia, sino una dialéctica entre las dos. La historia debería partir de los testimonios de la memoria y su objetivo, en tanto remedio, debería ser el de instruir, iluminar a la memoria y desenmascarar los falsos testimonios.
Dentro de los abusos de la memoria, el filósofo francés también reconoce distintos aspectos que deben analizarse. El primero de ellos son las patologías de la memoria, luego sigue la memoria manipulada, y concluye con la memoria obligada. Frente a la instrumentalización de la memoria, P. Ricoeur considera que “el núcleo del problema es la movilización de la memoria al servicio de la búsqueda, de la petición, de la reivindicación de la identidad”.
Y se pueden encontrar dos posible interpretaciones sobre el deslizamiento del uso al abuso de la memoria. La primera se basa en el concepto de “memoria impedida” (H. Rousso); a la otra explicación se la denomina “la era de las conmemoraciones” (P. Nora). P. Ricoeur se hace eco de la denuncia de Todorov al frenesí conmemorativo, y reprocha el pacto entre memorización, rememoración y conmemoración: “Historia enseñada, historia aprehendida, pero también historia celebrada. A la memoria forzada se le agregan las conmemoraciones convenidas. Un pacto dudoso se establece así entre la rememoración, memorización y conmemoración”.
Ricoeur considera que los abusos de la memoria se producen en la memorización.
PARA EL CAMINO, PARA SEGUIR PENSANDO Y BUSCANDO LA VERDAD
Fuente: Padres Pasionistas. Provincia de la Sagrada Familia (Apuntes para el camino)
La memoria, en cambio, es un elemento clave para poder construir la identidad personal. Cada “yo” representa una historia particular. En este caso, la memoria se vuelve esencial para poder responder a la pregunta “¿quién soy?” A la vez, la memoria tiene carácter aleccionador; toma nota de los errores o episodios graves y aprende de ellos: si son experiencias placenteras para el yo personal, para repetirlas si así lo desea; si se trata de experiencias desafortunadas, para evitarlas igualmente. El problema surge cuando nos preguntamos: ¿por qué seguimos cayendo en los mismos errores y caídas de todo tipo, si ya contamos con experiencias precedentes? En este caso, la memoria personal se sabe aplicar mejor la lección, es más aleccionadora que la memoria colectiva, que tiene más bien la función correctora. Por eso tiene tanta importancia el diálogo intergeneracional y el diálogo entre los diferentes grupos culturales. De cualquier manera, resulta difícil asumir la memoria del “otro”, en aquello que tiene de aleccionador o de “experiencia”, pues cada cual quiere ser artífice de su propio destino, e incluso tiene derecho a equivocarse por haber elegido su camino individual.
La memoria tiene una función emocional. Recuerda un episodio de su vida pasada, y se conmociona todo su ser, se aceleran todas las funciones de su organismo. Esto demuestra que la memoria no es aséptica ni imparcial. ¿Cómo narrar lo que me sucedió si cuando lo cuento estoy siendo afectado emocionalmente? ¿Qué grado de credibilidad tendrá este relato? Otro hecho corroborativo: ¿por qué no se hablan las personas de dos grupos antagónicos después de décadas de haber acontecido el suceso que generó el desencuentro? Y, cuando se trata de dos culturas, la de los vencedores y la de los vencidos, ¿por qué se sigue alimentando el rencor de los vencidos, así hayan pasado cientos de años del hecho en discordia? ¿Cómo evitar que lo “negativo” del pasado siga contaminando a las personas del presente? En esto tienen mucho que ver las políticas “educativas” vigentes. Cuando el problema es positivo, se mitifica y no pasa a más; la gravedad del asunto es cuando la “memoria” está herida. Sucede en este caso que no tenemos un dominio real sobre la memoria, tanto la personal como la colectiva. Al no tener soberanía sobre la memoria personal, puede suceder que queramos recordar algunas cosas importantes y no podamos, u olvidar ciertos episodios, por demás dolorosos, y tampoco podamos.
Es frecuente, también, ver cómo se tiende a magnificar la memoria, tanto a nivel personal como colectivo. Al respecto, observamos la ampulosidad de muchas personas grandilocuentes y rimbombantes, sobre todo, de ciertos profesionales que inundan las paredes de su despacho de las “batallitas” ganadas enmarcadas en un cuadro, o la exhibición de ciertos curriculum vitae profesionales. Por estos ejemplos nos damos cuenta que el uso que hacemos de la memoria es caprichosa: ponemos lo que queremos y expurgamos de nuestra historia personal aquello que podría sonrojarnos ante los demás. Creemos que podemos administrar la memoria a nuestro antojo, pero otras veces nos domina y nos delata. A nivel colectivo, sucede algo parecido pero la magnificación se dispara: Por ejemplo, ¿quién escribe la historia? Generalmente los vencedores y los que detentan el poder económico, político y mediático. La historia de los “vencidos” no tiene relevancia, al catalogársela como subversiva o poco realista. Interesante, también, es la siguiente pregunta: ¿qué historia tiene que saber un niño en la escuela? ¿Quién escribe esa historia? ¿Cómo sería una educación desde la mirada de las víctimas? ¿Por qué se manipula tan fácilmente a los niños en este caso cuando sabemos que estos contenidos van a tener consecuencias incalculables? En las supuestas “democracias occidentales”, ¿la historia “contada” será diferente dependiendo del partido que esté en el poder? Sabemos que un relato histórico tiene una gran capacidad para promover sentimientos y levantar pasiones de alta tensión.
Una última cuestión es cómo sanar la memoria, tanto a nivel personal como a nivel colectivo. Nos parece que quienes más han avanzado en este terreno son los famosos libros de “autoayuda”; también, la psicología y la religión; ésta última siempre ha tenido presente este aspecto de la realidad humana, aunque no lo haya logrado en más de una ocasión por haber puesto el empeño en un voluntarismo nefasto. La sanación de la memoria nos lleva directo a la cuestión del perdón. Si a nivel personal e interpersonal es difícil, a nivel de grupos y culturas aún es mucho más difícil un perdón que lleve a renacer de nuevo. Por ejemplo, ¿qué tienen que hacer con la memoria las víctimas? ¿Cómo hacer para que la memoria, personal e histórica, no se convierta en obstáculo y freno para avanzar hacia el futuro? Todo, o cualquier cosa, menos la amnesia.
Pareciera que los mejores teóricos sobre este asunto, Paul Ricoeur y Tzvetan Todorov, han avanzado mucho en este campo, pero no tienen las cosas tan claras. Tzvetan Todorov, en su llamativo librito Los abusos de la memoria, hace una crítica demoledora de los usos y abusos que se han cometido con la “memoria colectiva” en la cultura occidental: la memoria se ha suprimido en muchos casos, o bien se ha maquillado o transformado. “Arrojados a un consumo cada vez más rápido de información, nos inclinaríamos a prescindir de ésta [la memoria] de manera no menos acelerada; separados de nuestras tradiciones, embrutecidos por las exigencias de una sociedad del ocio y desprovistos de curiosidad espiritual así como de familiaridad con las grandes obras del pasado, estaríamos condenados a festejar alegremente el olvido y a contentarnos con los vanos placeres del instante. En tal caso, la memoria estaría amenazada, ya no por la supresión de información sino por su sobreabundancia”
Para la recuperación de la memoria, en la sociedad occidental, el recurso a la memoria y al pasado está siendo sustituido por el que se origina a partir del consentimiento y de la elección de la mayoría. Es así como la memoria ha sido destronada. Tanto en la ciencia como en el arte occidental la memoria ha perdido muchas de sus prerrogativas. Se sigue anteponiendo la libertad a la memoria.
Si nos fijamos en Paul Ricoeur, el objetivo de su propuesta es que no exista una subordinación entre la memoria y la historia, sino una dialéctica entre las dos. La historia debería partir de los testimonios de la memoria y su objetivo, en tanto remedio, debería ser el de instruir, iluminar a la memoria y desenmascarar los falsos testimonios.
Dentro de los abusos de la memoria, el filósofo francés también reconoce distintos aspectos que deben analizarse. El primero de ellos son las patologías de la memoria, luego sigue la memoria manipulada, y concluye con la memoria obligada. Frente a la instrumentalización de la memoria, P. Ricoeur considera que “el núcleo del problema es la movilización de la memoria al servicio de la búsqueda, de la petición, de la reivindicación de la identidad”.
Y se pueden encontrar dos posible interpretaciones sobre el deslizamiento del uso al abuso de la memoria. La primera se basa en el concepto de “memoria impedida” (H. Rousso); a la otra explicación se la denomina “la era de las conmemoraciones” (P. Nora). P. Ricoeur se hace eco de la denuncia de Todorov al frenesí conmemorativo, y reprocha el pacto entre memorización, rememoración y conmemoración: “Historia enseñada, historia aprehendida, pero también historia celebrada. A la memoria forzada se le agregan las conmemoraciones convenidas. Un pacto dudoso se establece así entre la rememoración, memorización y conmemoración”.
Ricoeur considera que los abusos de la memoria se producen en la memorización.
PARA EL CAMINO, PARA SEGUIR PENSANDO Y BUSCANDO LA VERDAD
Fuente: Padres Pasionistas. Provincia de la Sagrada Familia (Apuntes para el camino)
jueves, 8 de diciembre de 2011
domingo, 4 de diciembre de 2011
El problema del mal - Enrique Valiente Noailles
La prensa noruega informó que el asesino confeso de 77 personas, Anders Behring Breivik, quien podría evadir la cárcel debido a una evaluación psiquiátrica, se sintió ofendido porque el informe lo reconoce como demente. Breivik, autor de la masacre perpetrada el 22 de julio último, dijo a la policía sentirse resentido por las valoraciones psiquiátricas que lo declaran peligroso para la sociedad por su condición psicótica, su carácter suicida y su carencia de empatía humana. El equipo de psiquiatras designados por el tribunal afirmó que el asesino sufre de delirios de grandeza y extrañas alucinaciones. Breivik rechazó el informe. "Parecía no aceptar las conclusiones. Se sentía insultado", dijo Christian Hatlo, abogado de la policía de Oslo que interrogó a Breivik después de que éste conociera la noticia. En una palabra, no quiere ser declarado inimputable. Este hombre reivindica su derecho a ser malo, frente a herramientas psiquiátricas que descreen de ello. Esto recuerda algo que observaba Baudrillard: ¿por qué se imputan los actos criminales y las anomalías a un proceso químico y biológico, y jamás las virtudes ni las buenas acciones?
Someter a peritajes psiquiátricos sólo al mal muestra, en el fondo, nuestro escepticismo ante él, nuestra dificultad para creer en su existencia autónoma y, sobre todo, para aceptar que sea algo más que una anomalía. Nos sentimos más proclives a pensar que hay una predeterminación en el caso de obrar mal que en el caso de obrar bien. Imaginemos que se sospechara del mérito de la Madre Teresa de Calcuta, alegando que sólo bajo los efectos de alguna situación mental no del todo sana uno puede dedicar toda su vida a confortar vidas ajenas. Algún grado de insania hay que tener para ofrecer la otra mejilla ante una bofetada, o para estar decidido a morir de hambre para frenar una situación de violencia, como Gandhi. Hay que tener algún grado de inconsciencia para adoptar la heroicidad del bien, pero jamás habremos de imputarlo a una enfermedad mental, aun si las condiciones objetivas de la santidad se parecen en todo a un desvarío.
Algunas reflexiones pueden agregarse. La primera reflexión es que el verdadero castigo que se ha decidido propinar a Breivik es desproveerlo de su imputabilidad. Quitarle la responsabilidad plena sobre sus actos es, en cierto sentido, disminuirlo como ser humano, por más perversos y atroces que hayan sido esos actos. De allí que para él sea inaceptable. La segunda reflexión es que lo peligroso del mal es que no resulte verosímil. Su herramienta más sutil puede ser exactamente ésa. La humanidad ha dado muestras sobradas de su capacidad para el mal, de su expresión autónoma y de que no admite ser considerado un desvío transitorio ni un faltante o sobrante de algún químico en el cerebro. El camuflaje más perfecto para el mal es que sea considerado una anomalía. Cuando no se ha tomado en serio, cuando se ha minimizado o intentado apaciguar sus expresiones, se ha terminado en catástrofes humanitarias. La tercera es que tal vez los crímenes más inexplicables emerjan justamente cuando el mal pierde verosimilitud. Porque siempre habrá quien sienta la tentación de quebrar la imagen bondadosa de la humanidad, desde Caín y Abel en adelante...
Fuente: La Nación
Someter a peritajes psiquiátricos sólo al mal muestra, en el fondo, nuestro escepticismo ante él, nuestra dificultad para creer en su existencia autónoma y, sobre todo, para aceptar que sea algo más que una anomalía. Nos sentimos más proclives a pensar que hay una predeterminación en el caso de obrar mal que en el caso de obrar bien. Imaginemos que se sospechara del mérito de la Madre Teresa de Calcuta, alegando que sólo bajo los efectos de alguna situación mental no del todo sana uno puede dedicar toda su vida a confortar vidas ajenas. Algún grado de insania hay que tener para ofrecer la otra mejilla ante una bofetada, o para estar decidido a morir de hambre para frenar una situación de violencia, como Gandhi. Hay que tener algún grado de inconsciencia para adoptar la heroicidad del bien, pero jamás habremos de imputarlo a una enfermedad mental, aun si las condiciones objetivas de la santidad se parecen en todo a un desvarío.
Algunas reflexiones pueden agregarse. La primera reflexión es que el verdadero castigo que se ha decidido propinar a Breivik es desproveerlo de su imputabilidad. Quitarle la responsabilidad plena sobre sus actos es, en cierto sentido, disminuirlo como ser humano, por más perversos y atroces que hayan sido esos actos. De allí que para él sea inaceptable. La segunda reflexión es que lo peligroso del mal es que no resulte verosímil. Su herramienta más sutil puede ser exactamente ésa. La humanidad ha dado muestras sobradas de su capacidad para el mal, de su expresión autónoma y de que no admite ser considerado un desvío transitorio ni un faltante o sobrante de algún químico en el cerebro. El camuflaje más perfecto para el mal es que sea considerado una anomalía. Cuando no se ha tomado en serio, cuando se ha minimizado o intentado apaciguar sus expresiones, se ha terminado en catástrofes humanitarias. La tercera es que tal vez los crímenes más inexplicables emerjan justamente cuando el mal pierde verosimilitud. Porque siempre habrá quien sienta la tentación de quebrar la imagen bondadosa de la humanidad, desde Caín y Abel en adelante...
Fuente: La Nación
sábado, 3 de diciembre de 2011
jueves, 1 de diciembre de 2011
Suscribirse a:
Entradas (Atom)