“Entonces Pedro se acercó y le dijo: Señor, ¿Cuántas veces debo perdonar las ofensas de mi hermano? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó: “No digas siete veces, sino hasta setenta veces siete.” Mt. 16, 21-22
Estamos llegando al final de un nuevo año y nos hemos reunido quienes transitamos juntos este proyecto - que es realidad en camino - para evaluar el 2011 y pensar el próximo 2012.
Queremos reafirmar que este proyecto es como la luz de una vela, que aunque pequeña, alumbra. Es una llama que no enceguece, que a veces parece débil, pero que cumple la simple y bella misión de iluminar. Así lo entendemos y así lo vivimos día a día.
No desconocemos que en los tiempos históricos que estamos atravesando hay temas que no son ni propicios ni adecuados para establecer en la agenda inmediata de la vida nacional. Pero tenemos la conciencia de ser una voz que grita en el desierto como el Bautista, y no claudicamos en la esperanza de ser escuchados. Tanto mejor si, además, fuéramos bien interpretados y no sospechados; lo que somos es lo que mostramos, con nuestras limitaciones y nuestras mejores intenciones.
Hemos tendido y sostenido en este tiempo varios lazos que nos comunican: la página web, el blog, la inserción en las redes sociales mediante Facebook y Twitter. Una serie de encuentros de formación, de intercambio de ideas y de profundización en la historia de nuestro país, nos acercaron en forma personal.
Los que compartimos este espacio no agitamos banderas de ningún tipo, sino como lo decimos en forma clara y precisa en nuestro credo:
Creemos
Que no hay unas historias de sufrimiento para exponer y otras para esconder, aunque respetamos profundamente el derecho al resguardo de los relatos que sus protagonistas prefieran mantener en la intimidad.
Que tanto las relaciones personales como las sociopolíticas no deben seguir vertebrándose según el eje del poder y la violencia sino en torno a la contemplación del dolor desnudo e interpelante de quien sufre y a la práctica de la compasión activa, no un mero apenarse.
Que es necesario que cada uno haga su propia introspección y asuma sus responsabilidades en esta historia profundamente dolorosa que cercenó vidas y proyectos y, aun hoy, más de treinta años después, sigue reabriendo heridas profundas que, en algunos casos, el tiempo había comenzado a cicatrizar.
Que solo la verdad nos hace libres y permite caminar hacia delante. Y es profundamente sanador pasar de la culpa o del rencor destructores a la responsabilidad integradora.
Que es posible una espiritualidad de la apertura, del reconocimiento del otro y la inclusión respetuosa y tolerantemente activa – no indolente – de la diversidad.
Que solo el diálogo, el encuentro humano, el perdón y la reconciliación en el nivel que sea posible alcanzar mediante pactos, llevan hacia la paz.
No hay víctimas ni de primera, ni de segunda; ni una persona vale más que otra por sus títulos o condición social. Toda víctima de la violencia es un ser humano que sufre en su propio cuerpo, en su ser más profundo. La comunidad en la que se encuentra insertado produce la violencia y la padece al mismo tiempo. Por eso creemos importante como sociedad asumir y reparar las marcas que la violencia va dejando en cada uno.
Sufrimos como seres humanos la pérdida de amigos, familiares, conocidos. Por eso queremos “Ir - humilde y pacientemente – impregnando la cultura con la espiritualidad del perdón que trasciende las ideologías y los intereses sectoriales. En este sentido el perdón es una “virtud política” – según expresión de Hannah Arendt - que permite generar sociedades nuevas. Para hacernos cargo de nuestra responsabilidad ciudadana en un proceso de pacificación humilde y sustentable que reconstruya relaciones quebradas por la violencia y que genere espacios de convivencia, acuerdo, conformidad y armonía, mediante pactos.”
Este año sufrimos la pérdida de un amigo y un acompañante de excelsa calidad humana, el Padre Obispo Carmelo Giaquinta. Su Pascua nos produjo el dolor humano de ya no estar junto a él. Esto no ha menguado nuestras fuerzas, sino que nos sentimos sostenidos por su intercesión ante el Padre, alimentados en nuestra fe, siguiendo con entusiasmo y alegría. Monseñor Giaquinta se integró como un colaborador más a 70veces7, apoyó, acompañó, y hoy sigue intercediendo ante el Dios de la Vida. Así lo sentimos en cada uno de los pasos que vamos dando.
Tendemos nuestras manos a todos aquellos que quieran participar en pos de buscar el Perdón, la Reconciliación, la Verdad y la Justicia, unidas a la Misericordia
“No tenemos ni oro ni plata” sino la convicción que debemos construir una patria para todos y todas.
Como grupo humano tenemos nuestras caídas y debilidades. Sin embargo nos levantamos y seguimos entretejiendo lazos y reconstruyendo relaciones para sanar heridas que se produjeron a lo largo de los años y por obra de diversos actores en nuestra querida Argentina.
Un sincero agradecimiento a todos aquellos que con su presencia en los encuentros y también a través de correos, notas, llamados telefónicos, ofrecimiento de espacios de difusión, se hicieron presentes. Gracias por habernos brindado lugares para reunirnos, expresarnos, dialogar. Gracias a quienes nos regalaron sus saberes, algunos plasmados en notas que publicamos en la web. Gracias en especial por su tiempo que nos permitió seguir ensanchando el corazón de 70veces7.
El pluralismo y lo diverso es una característica de este espacio y de quienes lo integramos y lo vamos construyendo. Queremos seguir profundizando en esta línea, buscando la verdad, para lo cual primero debemos aceptarla, después vivirla y compartirla con todas las mujeres y hombres de buena voluntad. Por eso hemos expresado que: “Nuestro propósito es que 70 veces 7 sea un espacio macroecuménico, donde cada identidad se abra y se comparta, sin diluirse ni confundirse, en diálogo fecundo con el otro”.
En el 2012 seguiremos caminando, a nuestro ritmo, ni delante ni atrás de nadie, porque no somos iluminados ni perseguimos otro propósito más que “desplegar el proyecto paulatinamente, con objetivos específicos que respondan a las necesidades de las diferentes dimensiones humanas, teniendo en cuenta que consideramos al hombre como una unidad bio-psico-espiritual-social. Cuando herimos o somos heridos, el dolor afecta a toda la persona y a sus relaciones con el entorno.”
Nuestro andar es paso a paso, mano con mano, mirada con mirada, conscientes de que Jesús nos pide perdonar no una vez, sino 70veces7: siempre. Es un don que pedimos y también ofrecemos para todos aquellos que gratuitamente quieren tomarlo y ponerlo en práctica.
Deseamos que cada uno pueda culminar junto a sus seres queridos este año 2011 y que
renueve su corazón, su vida, su esperanza puesta en un 2012 que nos permita crecer no solamente como personas, sino como sociedad y comunidad que necesita sanar y curar heridas para no seguir desangrándose.
Equipo 70 veces 7
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