Falleció el padre Hernán Pérez Etchepare SSP
Buenos Aires, 30 Ene. 12 (AICA)
P. Hernán Pérez Etchepare
Luego de una dolorosa enfermedad, el viernes 27 de enero, a la edad de 47 años, falleció en la ciudad de Buenos Aires el padre Hernán Pérez Etchepare, de la Sociedad San Pablo.
El velatorio de sus restos se realizó en la capilla San Roque anexa a la basílica de San Francisco, de Buenos Aires. La misa de exequias tuvo lugar en la capilla San Pablo, de la comunidad de los padres paulinos, en la localidad bonaerense de Florida, y la inhumación se llevó a cabo en el cementerio de Olivos.
El padre Pérez Etchepare, fiel al carisma que imprimió a su congregación el beato Santiago Alberione, desarrolló un vivaz apostolado en los medios de comunicación social, y entre otras responsabilidades era el director de la hojita El Domingo, que se distribuye cada fin de semana en muchas iglesias del país.
En una comunicación del Club Gente de Prensa, su presidente Jorge Rouillon alude a su afecto y su jovialidad, a su sentido del humor, a su interés por ampliar su formación y mejorar su quehacer profesional, a su amor a la Iglesia, y a su corazón de sacerdote entregado a Dios y a los demás.
En una misa que celebró durante el velatorio, el director general de la Editorial San Pablo, padre Ricardo González SSP, dijo que el padre Hernán “fue un enamorado de la vida, un enamorado de Dios”.
El domingo 29 de enero, ante unas 130 personas que desbordaban la capilla San Pablo, el vicario provincial de la Sociedad de San Pablo, padre Fernando Teseyra SSP, presidió la misa exequial de cuerpo presente, concelebrada por 8 sacerdotes: los padres Luis Muñoz, Santiago Bonomini, Ricardo González Vilchez, Albino Möhr, Juan Guouman, (paulinos), junto con los presbíteros Fernando Gianetti, de la Comisión de Ecumenismo; Juan Carlos Gil, a cargo de la Posada del Orante, en cuyos cursos había colaborado el padre Pérez Etchepare, y Eduardo Pérez Dal Lago, que compartía con él la organización anual de una exposición de íconos (el padre Hernán había hablado en la presentación de la última muestra, el 9 de diciembre último, en el Museo José Hernández).
Durante la misa se leyeron mensajes del superior provincial, desde Guadalajara (México, y del superior general, desde Roma.
En la homilía, el padre Fernando Teseyra lo recordó como profundamente humano, sensible, apasionado por la poesía, el arte, la música en sus diversas expresiones. Lo recordó como hermano de la familia paulina y dijo: "Todos estos años han sido un peregrinar; hemos compartido muchos sueños, muchas esperanzas”. Expresó: “Nos enseñó a perdonar, a tener esperanza, alegría”.
Mencionó la cantidad de poesías escritas por el padre Hernán en las que se da cuenta de su sensibilidad por el bien. Tenía un corazón grande, que le hacía apreciar las plantas, la naturaleza, los animales, en lo que amaba la Creación de Dios.
También mencionó su apasionamiento –que vinculó con el de San Pablo- por predicar al Señor. Mencionó su corazón de innato comunicador y señaló cómo para una persona que lo conocía por primera vez era como si lo conociera de siempre. Con esa historia de su vida compartida de a pedacitos con cada uno de nosotros, podríamos hacer un mosaico, dijo, con las cosas bellas que dejó.
Recordó su pasión por los íconos, que lo llevó a organizar una primera muestra en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso, seguida por otras cada año, últimamente en el Museo Hernández. Sólo un apasionado que ama puede hacer esas cosas, agregó
Nacido en Rafaela, Santa Fe, era una muy buena y sencilla persona que le gustaba, con una mirada de fe y de bien común, dialogar sobre distintos aspectos de la vida.
En su ciudad natal realizó los estudios primarios en la ex Normal (Centenario) y los secundarios en la ex Nacional (Luisa Raimondi).
Mientras estudiaba Derecho, en Santa Fe, conoció a la congregación las Hijas de San Pablo y le encantó la vocación paulina, sumándose, desde 1986, a la Pía Sociedad de San Pablo, donde comenzó sus estudios eclesiásticos y la formación religiosa paulina.
Estudió en Córdoba y Teología en la Pontificia Universidad Católica de Chile, país en el que vivió unos 6 años, siendo ordenado sacerdote en Buenos Aires, en 1998.
También se especializó en Relaciones Públicas y Ceremonial Empresario.
Era consejero y secretario provincial de la citada congregación y, entre su variada y fructífera actividad, era el director de la revista mensual "La liturgia cotidiana" que incluye las lecturas de cada día con sus comentarios y tenía a su cargo la hojita El Domingo.
Entre sus actividades pastorales se destacaba por su trabajo en los encuentros ecuménicos y el diálogo interreligioso, especialmente con el judaísmo.
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