Ingredientes imprescindibles:
12 cucharadas soperas de cariño.(Ni una más ni una menos, si no, se podría cortar y os estropearía el postre)
11 cucharadas de abrazos. (Pequeñas, de café; pensar que es una por persona, de la marca “Pechito con pechito”; se ha comprobado científicamente que una cucharadita de abrazo al día, como mínimo, te da fuerza para emprender con ánimo el nuevo día)
10 gramos de amabilidad. (Es un ingrediente que endulza la vida, no engorda y nos hace sentir bien)
9 pizcas de generosidad.(Ayuda a echar una mano cuando te necesitan, a no escurrir el bulto, a descubrir que te sientes mejor al dar que al recibir)
8 cucharadas grandes de tolerancia.(Bien cumpliditas; utilizar tolerancia de marca, no de la de cumplir; ayuda a combatir los virus de la intransigencia, la obcecación y la tozudez)
7 tacitas pequeñas de diálogo.(No es algo que se encuentre con facilidad en el mercado, ni habitualmente en nuestras casas, pero le dará consistencia y buena presencia al bizcocho)
6 puñados de harina, marca “alegría”. (Imprescindible para que resulte con gracia; no quitar los posos del contento, el gozo ni de la animación: dan un sabor muy agradable)
5 puñados de semillas de esperanza. (No pasa nada si se equivoca uno y echa alguno más, siempre es mejor que sobre, que no que falte)
4 cucharaditas de convivencia. (Pero que sea de calidad; ni una más, ni una menos, lo justo, porque si no, nos empachará)
3 chupitos de orujo de hierbas, gallego, marca “simpatía”. (Al meterlo en el horno el alcohol se evapora, pero lo deja todo empapado con su sabor y quien lo prueba le encanta y pide la receta para hacerlo cada semana)
2 cucharadas cumplidas de cuidado.(También es imprescindible este ingrediente, sin él, el bizcocho se echará a perder, pero no echar más de la cuenta, porque se puede estropear por exceso de agobio)
1 dedito de perdón.(Puede ser a lo ancho o a lo largo, según se necesite; vital para que el bizcocho se pueda comer en cordialidad y placer, sin el perdón se agriará y no se podrá degustar en común)
Mezclarlo todo con salero y añadir un buen chorro de humor (que lo endulza bastante y deja un muy buen sabor de boca).
Espolvorear con generosidad amor glasé, que le dará una presencia deliciosa y añadir chocolate puro de ternura.
¡Ah! y adornarlo con unas guindas de sinceridad, color rojo-pasión.
Hornearlo a fuego lento, para que no se queme y adquiera la consistencia deseada, así os durará bastante. Quienes lo prueban repiten y se les queda un regusto de felicidad.
Fuente: ECLESALIA
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario