¿Reconciliación y perdón tienen que ir de la mano para conseguir la paz definitiva?
Tengo la sensación de que estamos desgastando e, incluso, manipulando estas palabras tan hermosas y tan evangélicas. Las declaraciones públicas honestas son necesarias, pero yo creo más en los pequeños pasos de distensión y acercamiento que se dan día a día en los ayuntamientos, en los bares y en diferentes ambientes de los pueblos… Creo también en la tarea educadora y concienciadora de organismos como Baketik, desde el santuario franciscano de Aránzazu, o en esa docena de encuentros entre miembros de ETA y sus víctimas, que está impulsando la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias en la cárcel de Nanclares de la Oca. Es necesario crear un clima en el que, dejando a un lado ideologías fanáticas y partidismos viscerales, aprendamos a sentir mucho más el sufrimiento ajeno. No superaremos el mutuo recelo si no nos sentimos más unidos en la búsqueda de un futuro más digno y humano para todos. Yo creo en esos miles de personas buenas y sensatas, que nos pueden arrastrar hacia una convivencia reconciliada.
¿Hay resistencias a la reconciliación también dentro de la Iglesia?
A nadie le oigo decir que está en contra de la reconciliación, pero siempre ha habido entre nosotros creyentes de diverso signo político en los que la propia ideología tiene más fuerza que la fe para configurar su comportamiento práctico.
Fuente: Religión Digital. Fragmento de entrevista a José Antonio Pagola, por José Manuel Vidal
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