Nunca se llama a sí mismo “Mesías”. Pero sí se llama “Hijo del Hombre”, en una ocasión, explícitamente “con poder para perdonar”.
Perdonar, como “hijo del hombre”. ¿Será que Dios no tiene que “perdonar”?
¿No será que Dios Padre no perdona porque es Amor y el Amor no puede estar ofendido? Un padre no tiene que perdonar. (En cuanto el hijo se arrodilla para pedir perdón, él lo abraza y manda matar el mejor ternero, porque estaba perdido y ha sido encontrado…).
Perdona quien es capaz de ofenderse. El Amor no tiene receptividad de ofensas, no puede, no tiene que emitir un perdón.
Este otro esquema puede ser falso: “Dios está ofendido; no me habla, ha suspendido sus relaciones conmigo…Yo, entonces, le pido perdón. Le ofrezco una satisfacción, un sacrificio, y entonces él “cambia” y me perdona…” Todo esto puede ser falso. Sería implicar a Dios en nuestros mecanismos, en nuestras liliputienses historias.
¿No será que los únicos que nos tenemos que perdonar somos los hombres, que los únicos que nos ofendemos somos nosotros y entre nosotros?
¿No será que “el hijo del hombre”, Jesús, “vino” a decirnos que una actividad del hombre era perdonar; que la ofensa y el perdón es cosa de humanos; que no hay ser humano si no hay perdón; que el rencor paraliza lo humano; que el odio es un fracaso y que el perdón plenifica lo humano?
Y que, por tanto, no podemos perdonar “en nombre de Dios”, sino en nombre propio. Que, mientras no perdonemos, Dios -el Amor- no puede entrar en lo humano y que, en la medida en la que perdonamos, el Amor entra en nosotros.
“Perdonad, perdonad. Si os perdonáis, Dios, mi Padre, entrará en vosotros. Si no perdonáis, Dios no puede entrar”.
“El Reino de Dios” que anunciaba Jesús era como un Jubileo Universal en el que deberían caer todas las barreras, quedar zanjadas todas las deudas, rotas todas las cadenas, abiertas todas las puertas, entrelazadas todas las manos, curadas todas las heridas comiendo todos un mismo pan, recostados en una misma mesa.
¡Qué lástima que hayamos convertido tan bella utopía en el quiosco de un confesionario!
Fuente: Fe Adulta
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Tienes toda la razón Luis.La única que no perdona es la iglesia.Tiene una larga memoria para las ofensas y amnesia profunda para los crímenes que ha cometido en nombre de Dios.Por eso ha convertido la confesión en un pingüe negocio, donde ha levantado herencias y fortunas después de confesar a moribundos, aprovechando ¡¡¡miserables!!! ese momento dramático para el ser humano.
ResponderEliminarTenemos el paradigma de su comportamiento durante la Guerra Civil de España, en la aplicó SIEMPRE "el ojo por ojo" a los crímenes que sufrió, pagando de igual manera
también en la Dictadura, donde se convirtió en un PODER de la misma.¡¡¡Verguenza tenían
que tener.
Quiero darte las gracias por todo que escribes estando tan de acuerdo que parece que hemos recorrido un mismo camino.Yo oficialmente no soy teólogo; mis estudios fueron en la Complutense Magisterio y Psicología, (que no sicología, por que sin "pe" la palabra griega significa higo y así sicología seria, la ciencia del higo),;también Filosofía y Letras)y estuve con los agustinos de Valencia de Don Juán;
ResponderEliminarluego con los salesianos, maristas, y finalmente otra vez con los agustinos de El Escorial.Conozco por tanto bien a los sacerdotes y su Teología.Al no encontrar tus libros me he conformado con imprimir tus cien
curvas y los 80 comentarios todo ello tan vívido y sencillo, pero ¡¡¡TAN CLARO!!! que
desde mis 75 años te envio un abrazo con toda
mi gratitud y cordialidad.Me llamo Antonio Tostón De la calle. Mi DNI es el 244160-S.Sdí
pués aunque diga anónimo es por comodidad.Gracias, repito.