Buscad al Señor mientras se le encuentra,
llamadle mientras está cercano;
que el malvado abandone su camino
y el criminal sus planes;
que regrese al Señor, y él tendrá piedad,
a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Porque no son mis pensamientos vuestros pensamientos,
ni vuestros caminos son mis caminos
- oráculo del Señor ‑.
Como el cielo es más alto que la tierra,
mis caminos son más altos que los vuestros,
mis planes que vuestros planes.
"El Señor, rico en perdón", "mis caminos y vuestros caminos"... El texto acompaña con perfección el mensaje del evangelio. Es el final del "Segundo Isaías", escrito hacia el año 553 - 539, en Babilonia, fruto de la predicación de un profeta de la escuela de Isaías, que predicó a Israel en el destierro.
La misión de estos sermones es anunciar al pueblo que el Señor les devolverá a la tierra, pero no por medio de fuerzas políticas sino por el camino de la conversión. "Volved al Señor, y volveréis a la tierra. Vosotros no sabéis cómo, pero el Señor tiene sus caminos y cuidará de vosotros si le sois fieles."
Como bajan la lluvia y la nieve del cielo
y no vuelven allá, sino que empapan la tierra,
la fecundan y la hacen germinar,
para que dé semilla al sembrador
y pan para comer,
así será mi palabra, que sale de mi boca:
no volverá a mí vacía,
sino que hará mi voluntad
y cumplirá mi encargo.
Con estos versos cobran más sentido los anteriores. Los planes del Señor son celestiales, pero eficaces. No sabe Israel cómo se fecunda el suelo por la lluvia, las semillas parecen muertas en el sequedal, pero de ellas brotará la vida a su tiempo, un tiempo que no depende de la voluntad del ser humano.
No es la voluntad del ser humano la que conduce la historia, aunque lo parezca. No está Dios ausente de la Historia, sino que sigue caminos que no entendemos, pensamientos que son más altos que los nuestros.
Fuente: Fe Adulta
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