TEHERAN.- Durante siete años, la joven iraní Ameneh Bahrami estuvo consumida por el deseo de venganza. El pretendiente rechazado que arruinó su vida cuando tenía 26 años lanzándole ácido en la cara y dejándola casi ciega estaba condenado a sufrir un destino similar. Pero a último minuto, la víctima dio ayer marcha atrás.
"¿Qué quieres hacer ahora?", preguntó el médico a esta mujer iraní, que ahora tiene 32 años. "Lo perdoné", respondió ella, parada junto a su atacante en una sala de operaciones, en una dramática escena que fue transmitida ayer por la televisión estatal de Irán.
Así, bajo fuertes presiones internacionales, Bahrami renunció a la ley del Talión, con la que una víctima puede aplicarle a su atacante el mismo sufrimiento.
El brutal episodio sucedió en 2004, cuando la mujer y Mayid Mowahedi eran estudiantes en la Universidad de Teherán. Ella rechazó la propuesta de matrimonio de Mowahedi, quien, ante la negativa, respondió enfurecido, lanzándole ácido en la cara. La ley islámica permite el "ojo por ojo", por lo que Bahrami obtuvo el derecho en una sentencia de 2008 de cegar a su atacante con dos gotas de ácido. Pero a último momento, se echó atrás.
"Lo hice por varias razones: por Dios, por mi país y por mí misma", dijo ayer a la prensa local, y añadió que su propia familia estaba en contra del castigo. Además, aseguró que la decisión la ha liberado.
Desde que se conoció la sentencia, tanto Amnistía Internacional como otras organizaciones de derechos humanos iniciaron una campaña en su repudio. En medio de un revuelo mediático, en mayo pasado Bahrami se declaró dispuesta a aplicar la ley, aunque luego dijo que estaría dispuesta a renunciar a ello a cambio de dos millones de euros.
"Le doy gracias por su generosidad y me arrepiento en lo más profundo de mi horrible acto", fueron las palabras del atacante, entre lágrimas. La familia de Bahrami también se mostró aliviada. "Esto traerá más paz a mi hija que la venganza", dijo su padre.
El fiscal general de Teherán, Abbas Yafari Dolatabadi, dejó en claro que Mowahedi seguirá en prisión hasta que pague una indemnización, aunque no precisó de cuánto sería.
Bahrami insistió en que no ha recibido compensación alguna, alegando que su demanda de dos millones de euros la realizó solamente para poner de manifiesto que las organizaciones de derechos humanos no la ayudaron en ningún momento.
La joven anunció que hasta ahora pagó 150.000 euros para su tratamiento y dijo que exigirá por lo menos esa cantidad. Actualmente vive de la venta de su libro Ojo por ojo , así como del dinero que recibe por conceder entrevistas.
Reside en España, donde está bajo tratamiento médico. Pese a varias operaciones, perdió la visión de uno de sus ojos y casi la totalidad del otro. Los cirujanos que la atienden creen que necesitará por lo menos cinco operaciones para cambiar su aspecto. Además, necesitará otra cirugía más compleja para devolverle la vista en un ojo.
Consciente de la indignación que hubiese generado este castigo en el exterior, el gobierno de Mahmoud Ahmadinejad saludó la decisión de Bahrami. Aunque la joven lo negó, diversas fuentes coinciden en que el sistema judicial la presionó para negarse a cumplir la sentencia. Durante una visita a Nueva York el año pasado, el presidente iraní tuvo que hacer frente a duros cuestionamientos por la sentencia a muerte por lapidación contra Sakineh Ashtiani, una mujer hallada culpable por adulterio, caso que mereció el masivo repudio internacional.
Agencias AP, ANSA y EFE
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