martes, 26 de julio de 2011

La "lógica" del terrorismo


Un silencio que nos aturde. Por William Quinteros. Noruega.

Los hechos.
El viernes 22 de julio apenas pasadas las tres de la tarde, mientras mirábamos el Tour de France (la vuelta ciclista de Francia) se interrumpió la trasmisión para dar la noticia que se había producido una explosión en la zona de la ciudad de Oslo donde se concentran varios ministerios y la propia oficina del ministro de estado.

Esperamos unos minutos para al cabo de los cuales nos fuimos enterando de que la explosión era resultado de una bomba de gran poder, cuya onda expansiva había causado daños en varias cuadras a la redonda.

Poco a poco fuimos viendo imágenes que para nosotros estaban asociadas a regiones lejanas como Medio Oriente, Afganistán o Pakistán. Vimos personas heridas con pedazos de maderas incrustados en el cuerpo, personas sangrando a causa de las heridas producidas por los vidrios que la explosión había reventado y expulsado como proyectiles.

Demoramos mas en saber que sí, que el atentando había cobrado víctimas fatales. ¿Cuántas? aun imposible de precisar. Los daños en los edificios fueron casi totales. Pero aun faltaba lo peor.

Una hora después en una isla en un lago en las cercanías de Oslo donde se reúnen todos los años la juventud del Partido de los Trabajadores, para celebrar su reunión social y política anual. Se trata de un campamento con más de quinientos participantes de todo el país. Hasta allí llegó un individuo disfrazado de policía y armado comenzó a disparar indiscriminadamente sobre estos muchachos y muchachas de entre 16 y 20 años.

Lo hizo durante una hora, los iba ejecutando de manera indiscriminada y con total sangre fría. El pánico fue indescriptible, los jóvenes corrían en diferentes direcciones tratando de buscar refugios, algunos se tiraron al mar y trataron de nada a la otra orilla a más de 800 metros de distancia, aparecieron algunas pequeñas embarcaciones de vecinos que empezaron a salvar a los muchachos mientras la policía tomaba cuentas de la situación.

El criminal fue detenido casi inmediatamente por la policía. Se trataba de un solo individuo. El mismo había sido el responsable de la bomba en el centro de la ciudad.

¿Quién era? Para la policía se trataba de una persona desconocida, sin antecedentes. Perteneciente a una familia de buenos recursos. Vivía con su madre. Es noruego. No tenia cómplices aparentemente, la bomba había sido fabricada con el viejo y conocido recurso de usar abonos químicos.

Poco a poco nos fuimos enterando de más cosas. Que se trataba de una persona con pensamientos de ultra derecha, que había sido miembro del partido ultra derechista de Noruega hasta hace dos años atrás. Que es una persona aparentemente normal, bien dotada y de recursos. Que no había recibido instrucción militar, pero que era miembro de club de tiro de pistola y era dueño de varias armas cortas. Que había sido miembro de la masonería. Que es contrario a la política multicultural noruega y que profesa una forma de cristianismo ultraconservador.

Hoy, unos días después nos enteramos que una hora antes del atentado puso en un sitio de internet un documento de mil quinientas páginas donde exponía sus ideas y fundamentaba su acción como el único camino para lograr cambiar la sociedad noruega, por otra basada en un modelo autoritario y conservador.

El saldo hasta el momento en que escribo esto de 93 víctimas y más de 100 heridos algunos muy graves y algunos (no se sabe cuántos aun) desaparecidos. La inmensa mayoría (84) se trata de jóvenes. No cabe la menor duda de que el ataque tenía un muy bien definido objetivo, el Partido de los Trabajadores. Que había sido planificado durante mucho tiempo, teniendo en cuenta hasta los mínimos detalles, por ejemplo, la bomba explotó en el momento de hacer el cambio de guardia un viernes al final de la jornada laboral.

Es muy difícil explicar con palabras el dolor y el desconcierto de este acto terrorista. Durante años esta sociedad como el resto de Europa se ha estado preparando para un ataque terrorista de los más variados y exóticos orígenes, pero nadie pensaba que la bestia estaba entre nosotros, que era como nosotros, que comía, dormía y vivía como nosotros, y lo peor, no era extranjero ni de color oscuro, era blanca y hablaba en más fino dialecto noruego de lado “rico” de Oslo.

La reflexión
Durante muchos años hemos trabajado para que esta sociedad noruega fortalezca los niveles de tolerancia, para poner resistencia a las ideas y manifestaciones racistas y extremistas que tratan de polarizar la sociedad para crear enfrentamientos. Hemos trabajado para evitar la estigmatización de grupos de emigrantes, de quienes profesan otras religiones y a quienes mantienen una sexualidad alternativa.

¿Cuánto hemos logrado? Este casi centenar de víctimas nos cuestiona profundamente. No puede hacernos dudar de que lo nuestro es el camino cierto, pero nos cuestiona y nos dicen estas víctimas que no hemos hecho lo suficiente.

Convivimos con un racismo estructural, muchas veces tan adherido a nuestra practica social que lo toleramos sin reaccionar. Hoy esa falta de conciencia sobre nuestra propia condición nos hace que lloremos a estos jóvenes (casi niños) que se habían reunido para pensar y obrar por una sociedad justa, democrática, tolerante y solidaria. Han pagado con su sangre y es esa sangre de ellos la que hoy nos compromete a redoblar esfuerzos en la lucha por un mundo mejor.

Publicado por Eco de Flores de Uruguay por envío especial del autor.

Fuente: Prensa Ecuménica

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