jueves, 20 de octubre de 2011

A PERDONAR SE APRENDE

PERDONAR ES AMAR...CON ESTE AMOR:

Estas son las cualidades del amor:
1. El amor tiene gran ánimo, el amor es bondadoso;
2. no tiene envidia, no se jacta, no se engríe,
... 3. no se porta indecorosamente, no busca su propio provecho,
4. no se irrita, no piensa en el mal;
5. no se alegra de la injusticia, sino que se alegra con la verdad;
6. todo lo cubre, todo lo cree, todo lo espera,
7. siempre permanece (1ª carta de san Pablo a los corintios, 13, 4-7)

ES EL AMOR “ÁGAPE”, la manifestación del amor generoso que no está condicionado por la respuesta, aunque la desee y la agradezca. Amamos con amor de ágape cuando no estamos calculando nuestra entrega, cuando pasamos por la historia dando vida, cuidándola, defendiéndola con coraje y pasión, reconociendo el derecho de todo a existir por sí mismo y no sólo para nosotros. Nuestro amor es de ágape cuando busca la justicia, cuando trabaja por crear unas condiciones que permitan el bienestar de todas las personas especialmente las más necesitadas. Un amor que se hace solicitud, compromiso con toda la vida, cuidado de las personas y del cosmos.

Nuestro cuerpo hace verdad nuestro amor de ágape cuando convertimos nuestras entrañas en lugar para acoger, en medio de dolores de parto el lento dilatarse de éstas para dar a luz lo mejor de nosotros mismos, cuando las convertimos en entrañas fecundas que engendran vida, esperanza, valores, dignidad en nuestro entorno, entonces nuestras entrañas son fecundas más allá de la biología. Cuando nuestras entrañas, como le pasó a Jesús de Nazaret, se estremecen al ver el dolor de nuestro mundo, del cosmos gimiendo dolores enormes, se hacen entrañas de una misericordia operativa que busca los modos de hacer de esos dolores, dolores de parto y no de muerte.

También nuestro corazón necesita aprender este amor de ágape que se entrega sin calcular egoístamente lo que da, sabiendo al tiempo tener discernimiento para darse sin perderse a uno mismo, sin perdernos el respeto a nosotros mismos. Cuando nuestros pies, se hacen pies samaritanos, que se paran para acoger a los apaleados y robados del camino (hoy continentes enteros) ofreciéndoles lo mejor de sí para crear “proximidad” que sana, cura, carga con…
Nuestras manos se hacen amor de ágape cuando son manos parteras de vida allí por donde pasan, sanan todo lo que tocan, abrazan, acarician. En definitiva pasan por la vida echando una mano, haciendo el bien.

(Gracias a Xavier Pikaza y a Emma Martínez Ocaña)

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