EL 4 de Julio de 1976, se produjo el asesinato de los padres Alfredo Leaden, Pedro Dufau, Alfredo Kelly y de los estudiantes Salvador Barbeito y Emilio Barletti, todos ellos miembros de la Comunidad Palotina de la Parroquia San Patricio de Belgrano. Como Jesús, murieron víctimas de la violencia del poder de turno.
En su historia la Iglesia Católica en la Argentina nunca sufrió un hecho de tal naturaleza, en el que cinco religiosos sufren como comunidad la violencia de la muerte.
Estos asesinatos se sumaron a otros tantos que sufrió la Iglesia en la figura de obispos, sacerdotes, religiosos, catequistas, como así también, el resto de la comunidad Argentina.
Somos conscientes del valor educativo de recordar los trágicos hechos de nuestro pasado, como forma de impedir la repetición de los mismos en el presente y futuro.
La memoria es el único medio que puede ayudar a los hombres a detener la repetición de los crímenes del pasado.
La memoria no es una elección: tanto para quien ha sufrido como para quien no se ha visto involucrado, tener memoria del pasado es no querer repetirlo. La indiferencia, la negación y los prejuicios han sido los cómplices más fieles de la mayoría de los males del siglo XX.
Cinco Religiosos Palotinos nos llaman a la unidad. Nuestros hermanos murieron juntos. Vivieron juntos. En ese espíritu, surgió el lema “Que todos sean uno para que el mundo crea. Juntos vivieron. Juntos murieron”.
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