La brisa del invierno junto al océano Índico le regaló a Nelson Mandela otro gran festejo de cumpleaños. Su figura fue enaltecida junto a textos escritos en los idiomas más diversos. Las canciones en su honor se multiplicaron por millones, como eco de aquel primer grito de libertad e igualdad que afloraba desde la costa más austral del África.
Nelson fue el nombre en inglés que le designaron en su escuela, y Madiba (en lengua xhosa) es como popularmente apodan con afecto a este histórico presidente, que combatió el régimen segregacionista del apartheid , sistema que lo encarceló durante 27 años, hasta su libertad en 1990.
Su nombre ha sobrevivido al tiempo y cada 18 de julio, desde 2009, el mundo celebra el Día Internacional de Mandela, establecido por Naciones Unidas como un impulso para todos los ciudadanos a dedicar 67 minutos de sus días a causas sociales: un minuto por cada año que él mismo consagrara a luchar por alcanzar la igualdad racial en su país y que tiempo después se le reconociera con el Premio Nobel de la Paz.
A los 94 años, Mandela parece gozar de buena salud; mientras la democracia (aquel sueño tantas veces postergado que luego supo convertirse en su conquista más preciada) cuenta con tan sólo 18 años de vida en Sudáfrica, aún trata de caminar erguida, aprendiendo de las duras lecciones de un pasado reciente.
“Siempre he atesorado el ideal de una sociedad libre y democrática, en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he vivido, por el que espero vivir y, si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”, revelaba Nelson Mandela en 1961, ante los ojos sin vendar de una Justicia segregacionista.
Hoy, tiempo después, Sudáfrica aún se levanta y avanza lentamente como uno de sus leones cansinos, ansiosa por atrapar de manera definitiva un futuro que no alcanza a moldear todavía aquella nación con que Mandela quiso despertarla.
Transitar del apartheid a la democracia será un difícil y valiente proceso que seguramente conocerá las miradas y el esfuerzo de varias generaciones.
Quizá Mandela haya dado sólo el primer paso en un pedregoso y sinuoso camino, pero ello siempre significará el comienzo de una nueva y comprometida historia que relatarle a la humanidad.
¡Que los cumplas feliz, Nelson Rodhilala Mandela!, entonan a coro todos esos seres humanos a quienes él supo entregarles la más poderosa arma de combate: les devolvió su voz.
*Abogada, licenciada en Comunicación Social
Fuente: La Voz del Interior, Córdoba, Argentina
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