martes, 17 de julio de 2012

Sinfonía inacabada - Pedro Torres


También la historia y la convivencia social van a poder expresar la belleza de la justicia y de la paz cuando entremos en diálogo respetuoso. Pedro Torres (Sacerdote católico, miembro del Comité Interreligioso por la Paz - Comipaz)



A comienzos de este mes, el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación presentó la reforma del Código Civil como una necesidad en respuesta a un cambio de época que nos ha situado ante un mundo plural. Este diagnóstico social me pareció precisamente una invitación a reflexionar, discernir y participar. Un llamado a sabernos protagonistas de la historia que es como una sinfonía inacabada, protagonistas que pueden decir una palabra, aunque a los representantes públicos parezca no interesarles la palabra de quienes miran desde la fe. A
Para un cristiano, la riqueza de la pluralidad que encontramos en la creación y en la historia es un camino para reconocer la gloria de Dios que ha querido revelarse Él mismo, para que lo conozcamos uno y a la vez trino; un único Dios que no es soledad sino familia, comunión, amor.
Rumiando estas cosas, recordaba que cuando uno participa en un concierto es frecuente que antes de comenzar los músicos templen sus instrumentos con sonidos independientes, anárquicos, que tienen su atractivo pero que no llegan a ser música. Recién cuando el director invita al silencio y ejecutan una misma partitura, la música aparece con toda su belleza. Música que requiere que cada instrumento suene con su propia identidad.
Así también la historia y la convivencia social van a poder expresar la belleza de la justicia y de la paz cuando entremos en diálogo respetuoso los que integramos una sociedad plural que está requiriendo un proyecto común y sabios directores de orquesta.
Es conveniente que en todo cuerpo social exista un equilibrio entre la unidad y el pluralismo, porque cuando uno de ellos se deforma acaba asfixiando al otro. Para estar unida, toda sociedad requiere compartir un mínimo de valores, de normas, de objetivos. La verdadera unidad y el pluralismo legítimo se dan siempre juntos, estableciendo entre ellos una tensión creadora que permite que surja algo inédito, una amorosa respuesta nueva frente a los desafíos de nuestra historia.
Cabe hacer notar que pluralismo no debe ser sinónimo de dispersión, relativismo o indiferencia. Juan Pablo II, en abril de 1985, decía: “Existe, debe existir, una unidad fundamental, que es anterior a todo pluralismo y es la única que permite al pluralismo no sólo ser legítimo sino también deseable y útil. La coherencia con los propios principios y la consecuente concordia en la acción por ellos inspirada son condiciones indispensables”.
Muchas veces Juan Pablo II recordó que la sociedad debe defender la vida y la libertad, el respeto a la dignidad de todos los hombres y de todo el hombre. Esto requiere trabajar por la verdad y la justicia con honestidad, reconciliación y abnegación por el bien común.
Se necesita una reforma de Código Civil, pero para ello necesitamos directores de orquesta que nos inviten al silencio, a la reflexión y a la participación real. Necesitamos que, en consonancia con la Constitución Nacional, pero aún más con la dignidad del hombre y el respeto de la creación y del Creador, se propongan proyectos de país que den respuesta a los problemas reales de toda la población, y en particular de los más pobres, sin mentirnos ni distraernos con cortinas de humo o declamaciones vacías.
Necesitamos justicia para las heridas del pasado y también esperanza para comprometernos en paz con la belleza del don y la tarea de vivir.
La historia es como una sinfonía inacabada; escuchemos y gustemos su belleza participando con una nueva imaginación de la caridad.

Fuente: La Voz del Interior - Córdoba - Argentina


No hay comentarios:

Publicar un comentario